Dosier
Trayectoria académica, circulación internacional y experiencias en el exilio de Ricardo Nassif (1948-1984)
Resumen: El artículo analiza la trayectoria académica, proyección nacional e internacional de Ricardo Nassif entre 1948 y 1984. Por un lado, estudiamos su participación en proyectos y programas de formación docente en el país y en el extranjero, desde su graduación en 1948 hasta 1975. Por otro, la experiencia del exilio obligado a partir de 1975 hasta su muerte en 1984, interpretando su circulación y producción académica en ese contexto de restricciones y posibilidades. El análisis se basa en fuentes documentales y en testimonios y documentos de archivos personales. Nuestro trabajo se suma a las iniciativas que ponen en el centro las trayectorias y circulaciones de actores en el estudio de la producción de ideas en el campo de la educación. También, aporta a la descripción de las experiencias exiliares conosureñas, que significaron interrupciones y reinvenciones profesionales, destierros obligados, vidas profesionales y personales interrumpidas, atravesadas por el desarraigo, las pérdidas y el dolor.
Palabras clave: Trayectorias, Circulaciones, Exilio, Pedagogía, Formación Docente.
Academic trajectory, international circulation and experiences in exile of Ricardo Nassif (1948-1984)
Abstract: This article analyzes the academic career, national and international projection of Ricardo Nassif between 1948 and 1984, from his graduation to his insertion at UNLP. On the one hand, we study his participation in projects and teacher education programs in the country and abroad until 1975. On the other hand, the experience of forced exile from 1975 until his death in 1984, interpreting his circulation and academic production in this context of restrictions and possibilities. The analysis is based on documentary sources and on testimonies and documents from personal archives. Our work joins the initiatives that focus on the trajectories and circulations of actors in the study of the production of ideas in the field of education. It also contributes to the description of the Cono Sur exile experiences, which meant professional interruptions and reinventions, forced exile, interrupted professional and personal lives, crossed by uprooting, losses and pain.
Keywords: Trajectories, Circulations, Exile, Pedagogy, Teacher Education.
Introducción
Proponemos reconstruir la trayectoria académica de Ricardo Nassif (1924-1984) desde su graduación en 1948 en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), su desempeño profesional en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y en la UNLP y su circulación nacional, a partir de 1949; e internacional desde 1967. Analizamos brevemente aspectos de su experiencia exiliar a partir de su exoneración en marzo de 1975.
Existe una dilatada producción académica que reconoce a Nassif como un referente central de la Pedagogía platense, con proyecciones en el ámbito nacional e internacional entre finales de los años 50 y mediados de los 70 (Silber, 2007; Suasnábar, 2004). También identificamos antecedentes que se concentran en su obra, programas de Pedagogía, informes de organismos internacionales, entre los salientes. No obstante, reconocemos que su trayectoria académica y profesional, su circulación en el ámbito nacional e internacional constituye un aspecto aún no profundizado por la investigación educativa. Verificamos, asimismo, una situación idéntica con relación a la experiencia del exilio obligado que sufrió desde 1975, temática que se suma a las anteriores y configura un área de vacancia sobre el que nos interesa trabajar.
El enfoque teórico y metodológico de nuestra investigación reconoce al microanálisis social y la etnografía como perspectivas fecundas para el abordaje de la historia intelectual de instituciones específicas y el aporte singular de actores que tuvieron enorme influencia en la formación pedagógica de docentes, tanto en la universidad como en otras instituciones educativas del país y del extranjero. Nuestra investigación se inscribe en esa extensa producción académica que viene contribuyendo al estudio de la historia social de las instituciones que habitamos y de los actores que contribuyeron a forjarlas (Remedi, 2013; Coria, 2015; Rockwell, 2009; Carli, 2023; Riveros et al., 2022).
Procuramos reconstruir las perspectivas de sujetos implicados en una situación social particular, la migración y el exilio en nuestro caso, a escala microsocial. Apelamos a diferentes métodos que incluyen el análisis de contenido sobre normativas, documentos, informes y archivos personales y el abordaje etnográfico de memorias relevadas por medio de entrevistas semiestructuradas y conversaciones informales a docentes que fueron colegas o discípulas de Nassif y a su propia hija.1 También nos valemos de algunas entrevistas publicadas por otros investigadores.
En la primera parte del trabajo, presentamos una somera descripción de la trayectoria académica de Nassif desde su graduación hasta su inserción en la UNLP en 1957. Luego, abordamos su derrotero en esa Universidad y su circulación nacional e internacional hasta 1975. En esta segunda parte, reconocemos dos momentos: por un lado, su trayectoria académica y profesional entre 1962 y 1974, destacando su participación en proyectos y programas de formación docente en el país y en el extranjero. Por otro, la experiencia del exilio a partir de 1975 hasta su muerte en 1984, interpretando su circulación y producción académica en el contexto de restricciones y posibilidades que tuvo en ese período. Describimos su movilidad y migración por distintos países y las experiencias pedagógicas de las que participó. Cerramos el texto con un primer abordaje a la experiencia del exilio desde el testimonio que el propio Nassif dejó en su archivo epistolar, enriquecido por el relato de su hija Beatriz. Este apartado recoge y sintetiza los aspectos salientes del artículo y deja abiertos interrogantes y líneas de indagación futura.
Sus primeros años como maestro y pedagogo
Ricardo Nassif nació en San Luis el 28 de mayo de 1924, ciudad en la que se graduó como Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal de Maestros “Juan P. Pringles”, dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo en diciembre de 1941. Continuó su formación académica en la UNLP, donde se graduó como profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación en agosto de 1948.2 Julia Silber (2007) plantea que es posible distinguir una primera etapa en su trayectoria académica en la que se desempeñó como profesor titular en la UNT. Ocupó primero el cargo de instructor en el Instituto de Pedagogía entre 1949 y 1951 y fue encargado del curso de Administración y Legislación y Organización Escolar en 1951. A finales de ese año accedió al cargo de profesor de Pedagogía General en la Facultad de Filosofía y Letras hasta el año 1956. También fue profesor de Introducción a la Pedagogía, entre 1952 y1953. Además, se desempeñó como Director del Instituto de Pedagogía de la misma Facultad entre 1952 y 1955.
Susana García Salord señala que el CV como fuente de información permite una reconstrucción parcial y fragmentada de la trayectoria de un académico, centrada en sus logros, de acuerdo a las leyes que rigen el mercado de producción del discurso de sí mismo en el campo académico (García Salord 2010, p. 106). La autora subraya que esta forma de registro carece de historia, de recorrido y deja en suspenso, de alguna manera, la dimensión temporal del trabajo académico que permite pensar el proceso por el cual un individuo, en nuestro caso, un joven profesor de Pedagogía, se “va haciendo” académico. En ese sentido, apuntamos algunos rasgos del perfil académico de Nassif, ya como estudiante, que nos ayudan a comprender estos recorridos: un joven maestro puntano estudia en la UNLP y comienza su carrera académica en la UNT para volver unos años después a La Plata. ¿Qué tramas de sociabilidad y redes de relaciones operaron en el devenir de esa trayectoria, en esta etapa inicial de su inserción profesional? Para comprender estos “andares” es preciso reconstruir un poco el “diario” de estas caminatas, las “maneras de hacer” y de hacerse académico en las prácticas que el propio Nassif va desplegando (de Certeau, 1996). Nassif no llega solo a Tucumán. Lo hace por circunstancias, en algún sentido fortuitas, ligadas a su situación familiar y profesional. Tanto él como su novia y futura esposa, Beatriz Padula, habían sido excelentes alumnos con promedios destacados a lo largo de carreras académicas exitosas, si consideramos que ambos la hicieron en un lapso de cinco años.3 Ricardo sumaba a su currículum académico su militancia estudiantil que lo había llevado a ocupar el cargo de presidente del Centro de Estudiantes. En la trama de relaciones sociales de las que participaban, Rodolfo Agoglia,4 a quien ambos conocían como docente, le propuso a Beatriz un cargo de profesora en la universidad tucumana. Pero su padre no le permitió que aceptara por su condición femenina y, en esas circunstancias, ella nominó a Ricardo en su lugar y así fue como él terminó asumiendo el cargo. En el relato de su hija, se destaca que luego ambos tuvieron inserciones profesionales como pedagogos pero el “carrerón” universitario lo hizo él. Volviendo a de Certeau, observamos que en este devenir de la trayectoria de Nassif se escenifican “tácticas” que, en algún sentido, se juegan en los “detalles” de lo cotidiano: que fuera Ricardo y no Beatriz el docente que iniciara su carrera académica en Tucumán, siendo ambos posibles candidatos para el puesto. Recuperar estos datos singulares de las historias nos permite hacer foco y “exhumar” modalidades creativas y artesanales que los individuos y grupos despliegan en sus haceres cotidianos: en este caso, la posibilidad de Nassif de “aprovechar” una ocasión en un “movimiento browniano” que introduce un giro en una trayectoria que tiene mucho más de provisionalidad y oportunidad y mucho menos de estrategia racional y predeterminada (de Certeau, 1996, p. XLV).
Su inserción académica como profesor de Pedagogía en la en la UNT duró apenas cuatro años y su exoneración estuvo vinculada a razones políticas. En el recuerdo de su hija, su padre fue echado por “peronista” en el 56 por la Revolución Libertadora5 y luego en el 74, ya en la UNLP por “antiperonista.” Cabe recordar que, además de profesor de Pedagogía, Nassif llegó a ocupar el cargo de director del Liceo Sarmiento, dependiente de la UNT, a los 28 años de edad. En esos años, la convocatoria a jóvenes profesionales egresados de casas de estudios prestigiosas, como la UNLP, estaba vinculada a un movimiento más amplio de apertura de nuevas carreras y de renovación y modernización de la formación académica en el campo de las Humanidades y las Ciencias de la Educación (Suasnábar, 2004). Sin embargo, para la intervención universitaria normalizadora del año 1956, los docentes que ocupaban cargos de gestión estaban comprometidos con el peronismo. Esa no era la posición de Nassif quien, de todas maneras, tuvo que emigrar junto con su familia, buscando otros rumbos profesionales, a partir de febrero de 1956.
El regreso a la ciudad de las diagonales y su inserción académica y profesional
Su continuidad académica a partir de 1957 se despliega en la UNLP, en una segunda etapa que Silber reconoce como la más "prolífica" de su carrera profesional (Silber, 2007). En ese período fue profesor titular de Pedagogía con dedicación exclusiva desde 1957 hasta su cese en 1975. Este tramo de su trayectoria es el más estudiado por analistas del propio campo (Suasnábar, 2004; Garatte, 2012). No obstante, una lectura atenta de su CV aporta nuevos elementos para caracterizar esta etapa de su trayectoria académica: fue director interino de Didáctica Especial y Prácticas de la Enseñanza en Ciencias de la Educación, en 1961. También fue profesor titular interino y honorario de Filosofía de la Educación (entre 1964 y 1973). Ocupó cargos electivos como consejero académico de la FaHCE entre 1958 y 1964 y consejero superior de la UNLP, entre 1964 y 1966. También fue director del Departamento de Ciencias de la Educación (DCE), del Instituto de Ciencias de la Educación entre 1958 y 1966 y Vicedecano entre 1961 y 1964.
La triangulación de esta información con otras fuentes nos permite responder algunos interrogantes centrales de esta segunda etapa: ¿cómo llega a la UNLP en 1957? ¿Cómo fue posible que además de asumir el cargo de profesor titular de Pedagogía al año siguiente se hiciera cargo de la Dirección del DCE? El testimonio de su hija nos revela algunos datos interesantes: se vienen de Tucumán “con una mano atrás y otra adelante”, a vivir a la casa de su abuela y rápidamente logran insertarse en la Facultad. Era, como dijimos más arriba, una época de reforma de los planes de estudios, de creación de carreras, de modernización de la formación académica y de enormes oportunidades para dos jóvenes profesionales con carreras de grado destacadas, experiencia profesional en docencia y gestión universitaria, aspectos que no abundaban entre sus coetáneos. Entre esos rasgos sobresalientes, mencionamos la publicación en junio de 1958 de la Pedagogía General, que tal como el propio Nassif expresa en su prólogo constituyó una elaboración resultante de su labor docente en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Escuela y Liceo Sarmiento de la UNT, y en la Escuela Normal “Juan B. Alberdi” de la misma ciudad.6 Es pertinente destacar el especial agradecimiento que formuló en ese texto a su “maestro y amigo”, el Dr. Alfredo Calcagno, a quien atribuía buena parte de su inserción profesional de ese momento (Nassif, 1959). Estas referencias de Nassif son significativas, pues evidencian su inscripción en una red personal y profesional que lo conectaba a personalidades reconocidas entre los actores institucionales que habían construido una trayectoria de liderazgo académico en la historia de la FaHCE.
Recordemos que Alfredo Calcagno constituía a fines de los años 50, una personalidad política y académica de reconocida trayectoria en la carrera de Ciencias de la Educación y en la Universidad. Había sido discípulo de Víctor Mercante y Rodolfo Senet en la Sección Pedagógica de la Facultad de Ciencias Jurídicas, ámbito antecedente de la FaHCE creada en 1914, cofundador de la Federación Universitaria de La Plata en 1916, Decano entre 1934 y 1938, Vicepresidente (1949-1944) y Presidente de la UNLP (1944 y 1956) y Diputado Nacional por la Unión Cívica Radical (1946-1950). También había participado en los debates de la ley universitaria y como embajador ante la UNESCO (Southwell, 2003a). Había impulsado la creación del DCE sobre la base del Instituto de Pedagogía, buscando en palabras de Nassif “darle una categoría acorde con una eminente tradición pedagógica que en la Facultad comienza con Victor Mercante y de la que Calcagno era (…) el más alto testimonio viviente” (Nassif, 1962, p. 97). Falleció el 9 de marzo de 1962 y ocupó hasta su deceso el cargo de Jefe del DCE, en uso de licencia desde fines de 1958 por ser embajador ante la UNESCO. Nassif lo reemplazaba en ese cargo y en el discurso pronunciado con motivo de su sepelio destacó la tradición científica y pedagógica en la que Calcagno se inscribía. Subrayó su impronta, recreando con un espíritu “siempre joven” esa tradición para renovarla y ampliarla.7 Resaltó el “cariño” de Calcagno con la institución, que lo llevó a obtener el apoyo de la UNESCO para crear en el seno del DCE un Centro de Documentación a Información Pedagógicas, al que “don Alfredo” prefería llamarlo de “investigación”, así como también sus gestiones para que a partir de 1962 los latinoamericanos se beneficiasen con las “Becas Argentina – UNESCO” de perfeccionamiento en Ciencias Educativas y cumpliesen en la UNLP su programa de estudios. Nassif brindó testimonio del compromiso que él mismo asumió, pocos días antes de la muerte de Calcagno: “nos prometimos una larga charla para darle forma definitiva” y si bien el trabajo conjunto quedó trunco y apenas esbozado, él se comprometió a seguirlo. Esto explica su designación como Director honorario del citado programa de estudios, cargo que ocupó entre abril de 1962 y septiembre de 1966.8 Como vemos, esta vinculación personal y profesional con Alfredo Calcagno fue central en la proyección académica de Nassif, no solo en el ámbito local, sino en el internacional, tal como lo demuestra su inserción en la UNESCO.9
A partir de 1958, la actividad académica de Nassif se intensificó nacional e internacionalmente. Comenzó a dirigir el DCE y el Instituto de Ciencias de la Educación, además de conducir una de las cátedras masivas de la FaHCE, Pedagogía, con alrededor de 400 alumnos distribuidos en 17 comisiones de trabajos prácticos supervisadas por dos de sus discípulas: Julia Silber y Cyra Roux. Fueron parte del equipo docente, entre otros, María Raquel Coscarelli, Dora Antinori, Martha Méndez, Ana Candreva, Edith Feldman, Susana Saltalamacchia, Silvia Gurini, Susana Sautel, María Cecilia Merlo, María Rosa Carbajo, Vilma Pantolini y Roque Dabat.10 La nómina anterior es relevante porque evidencia que la cátedra de Pedagogía de Nassif fue un “espacio de formación” de docentes cuyas trayectorias luego tuvieron derivas disímiles atravesadas por el terrorismo de Estado a partir de 1974, la Dictadura de 1976, los exilios internos y externos y los costosos y conflictivos procesos de reinserción académica, con el retorno a la institucionalidad democrática en 1983.11 Además de las actividades lectivas propias del cargo, Nassif organizaba “sesiones de estudio” semanales procurando que la cátedra se constituyera no sólo en un “centro de formación del alumnado” sino también, de preparación y especialización del personal docente, en la “consciente y modesta” búsqueda, como Nassif la calificaba, de una enseñanza universitaria activa, viva y funcional.12
Su tarea académica en el Departamento incluía, además, la Dirección de la Revista Archivos de Ciencias de la Educación que, en su tercera época, comenzó a reeditar el DCE: se publicaron cuatro números entre 1961 y 1962. Además, mantenía fluidas relaciones con sus pares, como Joaquín Pérez o Enrique Barba; y colegas de la propia carrera como Berta Braslavsky, Norberto Fernández Lamarra, Juan Carlos Tedesco o Guillermo Savloff. Recordemos que estos últimos iniciaron su carrera académica en la FaHCE convocados por el propio Nassif para hacerse cargo de diversas cátedras.13
La movilidad internacional de Nassif se vio favorecida por su participación en una red de contactos establecidos en eventos académicos en nuestro país y en el extranjero. En esos espacios, se intercambiaban libros que luego daban lugar a una fluida comunicación epistolar con comentarios y aperturas a nuevas publicaciones. También es posible suponer que ese reconocimiento internacional estuviera ligado a la difusión de su obra14 y a su circulación como profesor en cursos de formación pedagógica para maestros en Tucumán, Salta, Santiago del Estero, Córdoba, San Luis y Buenos Aires entre 1952 y 1973. De los eventos nacionales, el propio Nassif reconoce que algunos de esos cursos “significaron una tentativa de síntesis” (…) de un conjunto de pensamientos construidos, también, en los cursos universitarios regulares de los que participó en ese período: un ciclo dictado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Cuyo (con sede en San Luis), en el año 1960 y las conferencias que brindó acerca de la “Crisis de la escuela” en 1962 en Córdoba, Rosario y Buenos Aires (Nassif, 1965, p. XIII).
Esta trayectoria académica y profesional pujante comenzó a declinar al calor del golpe de Estado de 1966, encarado por la autodenominada “Revolución Argentina”. Como ya ha sido señalado por investigaciones antecedentes (Buchbinder, 2005), en la UNLP -a diferencia de lo que ocurrió en la Universidad de Buenos Aires-, los académicos de prestigio con funciones directivas renunciaron a sus cargos electivos aunque permanecieron en sus funciones docentes. En el caso de Nassif esta decisión se hizo pública a través de una nota enviada al Decano de la FaHCE, el Ing. Luis A. Bonet, en la que explicaba las razones de su dimisión al cargo de Jefe del DCE y de Director del Instituto de Pedagogía:
La actual conmoción de la vida universitaria argentina, provocada por la Ley 16.912 y la consiguiente modificación del régimen de gobierno de las universidades públicas, en nombre de principios y objetivos que aún no han sido clara y expresamente anunciados por el Poder Ejecutivo Nacional, me inhibe para el ejercicio de funciones directivas cualquiera sea su tipo o naturaleza. (…) Está claro que cada uno de nosotros ha quedado fuera del proceso de reorganización de la Universidad Nacional, la cual será llevada a cabo a espaldas de la misma y de sus sectores verdaderamente representativos, es decir los profesores y los estudiantes; que los hechos ya han demostrado que dicha reorganización parte de ‘pre-juicios’- en el sentido estricto del término – que impedirán a los responsables de proyectar una nueva estructura la comprensión de la fuerza creadora y de autoperfeccionamiento de la Universidad Nacional anterior al 29 de julio de 1966. No otra cosa puede inferirse de la violencia moral, y hasta física, ejercida sobre profesores de otras Universidades, desgraciada circunstancia que ha determinado el alejamiento de singulares figuras de la cultura y la ciencia argentinas. No otra cosa puede significar la obstinación por impedir la expresión de las inquietudes, opiniones e ideales juveniles, en beneficio de un orden que sólo tendrá justificativos si lo fundamentara algún contenido que no fuera el de la autoridad por la autoridad misma. Queda así cerrada la posibilidad de la libre discusión de ideas y doctrinas, tanto como la de los grandes problemas de la comunidad nacional, que toda Universidad moderna tiene el deber y el derecho de practicar como Universidad, desde su mirador de alta cultura. De otra manera, no pasaría de ser una simple escuela técnica o profesional superior.15
Su permanencia y la de otros colegas en el claustro no se produjo sin tensiones ni conflictos internos. La movilidad y circulación internacional, para buena parte de ellos comenzó a anticipar una manera de escapar al derrotero posterior de dramatismo y dolor. Ese proceso sucedió a partir de julio de 1974 y fue denominado por Julia Silber et al. como “antesala de la Dictadura”16 (2011).
De la circulación internacional al exilio y el deseo de retorno que no fue
La temprana inserción de Nassif en programas internacionales de UNESCO a partir de 1962, le brindó una plataforma desde donde desplegar una circulación académica y profesional en países de América Latina, experiencia que sería el prolegómeno de su exilio a partir de agosto de 1975. Desde ese rol, amplió la red de contactos con profesores referentes de las universidades de origen de los estudiantes latinoamericanos participantes. En esa trama de vínculos Nassif articulaba relaciones junto a otros referentes locales y nacionales de la carrera con quienes compartía la idea de acercar la formación universitaria a un contacto más fluido con la realidad educativa local y latinoamericana, sobre todo en lo referido a poblaciones postergadas.17 De esa trama sociabilidad también participaban otros profesores de la carrera, preocupados por la modernización académica de la formación pedagógica y la inserción de los graduados en ámbitos diferentes a la formación docente, como la investigación científica o el asesoramiento en organismos gubernamentales de planeamiento educativo.
La renuncia a sus cargos electivos y de gestión le permitió intensificar desde 1967 su circulación internacional como profesor y conferencista. Así, se desempeñó en el Programa de Capacitación Docente de la Universidad Nacional de los Andes (Venezuela), la Escuela de Formación de Profesores y el Doctorado de la Universidad de San Carlos (Guatemala), el Instituto Pedagógico de la Universidad Central de las Villas (Cuba) y en el Primer Simposio Centro-americano sobre estructuras de la educación (Panamá). Del mismo modo, fue asesor experto en el Proyecto Gua 1 de UNESCO, entre diciembre de 1970 y julio de 1971.
En el período que va de 1967 a 1974 Nassif continuó una intensa circulación local como conferencista en diversos programas de formación y perfeccionamiento docente, organizados por el ministerio de educación bonaerense o por asociaciones gremiales como la Confederación de Maestros de la Argentina. Esta doble condición, la de ser invitado como disertante por organismos gubernamentales u organizaciones gremiales de docentes también se daba en el plano internacional. Como ejemplo, puede mencionarse la conferencia que brindó el 14 de julio de 1967 en la Federación Venezolana de Maestros en Mérida. Y también las tres conferencias que dictó en Caracas en julio del mismo año organizadas por la Universidad Central de Venezuela y el Ministerio de Educación. La formación pedagógica de los docentes (de nivel primario, secundario o universitario), su profesionalización, la enseñanza de la Pedagogía, sus problemas, fundamentos y posibilidades para la mejora de la educación y la cultura, el escenario de la crisis de la educación y los desafíos de los universitarios en ese contexto, su relación con el desarrollo económico, el planeamiento de la educación y la investigación educativa, fueron las temáticas que motivaron esas intervenciones académicas y profesionales y le permitieron mantener, en un momento de restricciones y dictadura en nuestro país, la posibilidad de pivotear entre lo local y lo regional. Como antecedente de esta proyección internacional destacamos su activa participación y protagonismo en la organización de la Asamblea Mundial de Educación, desarrollada en México en el año 1964.18
Por entonces, algunos de sus colegas cercanos también se sumaron a esta circulación internacional. Berta Braslavsky fue asesora experta de la UNESCO y, tras su exoneración universitaria en 1975, desplegó un amplio recorrido profesional en Venezuela. Con Luis Iglesias, Nassif compartió en 1981 una experiencia laboral en Nicaragua, a instancias de un proyecto educativo de la UNESCO. Pero no nos anticipemos. Repasemos brevemente la experiencia del exilio.
Ricardo Nassif fue exonerado como profesor titular de Pedagogía de la FaHCE/UNLP en 1975. Había sido declarado “en comisión” en noviembre de 197419 y fue limitado en su cargo docente el 4 de abril de 1975.20 Su cese y el de todo su equipo de trabajo abrió una nueva etapa, tanto en lo relativo a su trayectoria académica y profesional como en lo que respecta a su vida familiar. Su esposa también fue exonerada, circunstancia que coadyuvó en la decisión de buscar otros horizontes profesionales y vitales.
Las experiencias en el exilio de pedagogos argentinos han sido objeto de estudio en investigaciones de analistas del propio campo (Alfonso, 2013; Suasnábar, 2016; Coria, 2015, Remedi y Alfonso, 2017; Carli, 2023). En ellas se destaca el siguiente contraste: por un lado, la ruptura que impuso el golpe de Estado y la instauración de la dictadura en términos de exoneraciones, censuras, desapariciones forzadas de personas, entre otras medidas restrictivas y represivas. Por otro lado, el exilio significó para buena parte de los intelectuales que migraron forzosamente, una activa producción intelectual y un desarrollo profesional en proyectos curriculares e institucionales innovadores y de enorme relevancia en las universidades y países que los acogieron. Este carácter productivo del exilio en términos formativos no soslaya la enorme carga de dolor y angustia provocada por el destierro y la distancia con su mundo afectivo y laboral cotidiano. En esta parte del artículo, ponemos el foco en esa dimensión humana del exilio y los rasgos que asumió la experiencia que atravesó la familia Nassif.
La exoneración de Ricardo Nassif y Beatriz Padula en 1975 determinó que la familia se planteara la salida del país como único horizonte posible frente a la evidente desestructuración institucional que estaba viviendo la UNLP y el despliegue de una política represiva cada vez más agresiva. Su hija cursaba los últimos años de la carrera de Psicología y no compartía la decisión de irse del país, de manera que Ricardo y Beatriz partieron solos rumbo a Panamá.21
Con el exilio, Nassif inauguraba una experiencia "y una vida del no retorno" (Alfonso, 2013, p. 8). La tristeza, la angustia y la desazón provocada por esa situación lo acompañaría hasta su deceso, el 13 de noviembre de 1984, sin tener la posibilidad de regresar a su país, tras el retorno democrático en 1983. Esta dimensión subjetiva es relatada en el testimonio de su hija y también en la producción epistolar que mantuvo con colegas, amigos o discípulas:
(...) sólo puedo poner sobre la mesa mi enorme nostalgia por el paraíso perdido que son, desde aquí los buenos momentos que pasamos juntos todos tratando de construir y de construirnos...(...) en medio de un clima general que lleva al desánimo frente a hechos irreversibles y tremendamente dolorosos, que desde la distancia siguen para mí en el plano de las pesadillas (...)22
Entre esos hechos dramáticos, Nassif mencionaba el asesinato de Guillermo Savloff, un colega al que respetaba y con quien mantenía, en sus palabras, una “amistad callada”. La represión desplegada en el escenario platense que sus colegas comunicaban a través de estos intercambios epistolares, tanto como el allanamiento a la casa donde vivían antes de exilarse, fundamentaron la férrea decisión de Beatriz de sacar a su hija de la Argentina.
La situación laboral de Nassif no era estable pues lo contrataban para programas a término pero, según él mismo relataba, "no podía quejarse". En efecto, su primera inserción profesional fue en el Instituto Centroamericano de Administración y Supervisión de la Educación (ICASE), en el marco del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pan 71/519) de la UNESCO, en Panamá. La dinámica del puesto de asesor técnico lo sumía en jornadas intensas de trabajo y en viajes frecuentes que no dejaban de ser "un poco fatigantes". En testimonios y cartas, Nassif expresaba la añoranza que le representaba el no poder estar junto a sus libros y el malestar que le provocaba una rutina cotidiana de trabajo que no le dejaba margen para el "sueño" de escribir, de "dialogar con el pensamiento y registrarlo en el papel".
A su vez, ese trabajo lo apartaba de "la vida docente". Quizás esta haya sido la dimensión que más contrariaba sus intereses y deseos profesionales. Con relación a su puesto de asesor técnico expresaba: "es inútil, no puedo sacarme de encima al 'maestro ciruela' (...) me obliga a tratar con autoridades pedantescas y autosuficientes que piensan que ya todo lo saben." No obstante, él mismo reconocía que su situación no era "de las peores" y que según le relataban sus propios colegas había tenido una muy buena recepción en el Instituto.
En su labor cotidiana, se refugiaba en el vínculo con los técnicos más jóvenes con quienes se entendía "de maravillas", en contraposición a la relación institucional que mantenía con la Directora del instituto a quien consideraba "arbitraria y autoritaria". Más allá de los sinsabores de su inserción profesional y en línea con esa dimensión productiva del exilio, Nassif reconocía que estaba aprendiendo bastante sobre nuevos métodos y estructuras para la formación de administradores, planificadores y supervisores de la educación. Sintetizaba su situación diciendo que trabajaba y sobrevivía, mientras le sacaba frutos a una experiencia laboral novedosa.
No obstante, no dejaba de señalar que su futuro laboral era "incierto", como el de otros colegas que trabajaban con él en UNESCO. La crisis financiera internacional empujaba a los programas del organismo a un recorte muy significativo. Una vez que se concluyera su trabajo su horizonte se presentaba nebuloso: "o encuentro algún puesto en algún lugar extraño del Universo (...) o vuelvo a Argentina sin saber mucho a qué". Sus colegas y amigos desde La Plata le decían que no retornara. Él seguía pensando que era "fácil decirlo y difícil de concretarlo". No solamente por la dificultad de obtener un trabajo cierto en Argentina sino también y, sobre todo, por el pesar que le representaba en ese momento la distancia con sus afectos: "tira la hija, los amigos, los lugares entrañables que han quedado, allá, tan lejos...".
Cerramos este artículo con algunas expresiones que el propio Nassif volcó en otra carta, unos meses antes de morir23 y que resume las contradicciones y dolores de la experiencia del exilio:
Quienes nos fuimos debimos cargar con nostalgias muy hondas, atravesar períodos más o menos extensos sin trabajo, (...) convertidos en nómades, en gitanos, pasando de un país a otro sin saber cuál sería el próximo además de comprobar que el exilio (...) era efectivamente todo lo que se dice de él, (ruptura, desadaptación y readaptación permanentes, esto es, cambio cotidiano de piel). Pero los 'idos' estuvimos lejos de la tragedia concreta, real, que Uds. vivieron y experimentaron directamente, en carne propia".
El testimonio anterior da cuenta de una experiencia de dramatismo, dolor y tristeza. La experiencia del exilio para quienes habían desplegado ya una carrera profesional y académica pujante, como es el caso de Nassif, es cierto que abrió nuevas vías de formación y posibilidades profesionales que no hubieran sido compatibles con su permanencia en Argentina. No obstante, esa circulación internacional ya formaba parte de su trama de sociabilidad y práctica profesional, al menos desde los primeros años de la década de los 60. Esta circunstancia pone en evidencia un contrapunto interesante en términos generacionales. Los “jóvenes” encontraban en el exilio novedosas y concretas oportunidades para desplegar el inicio de sus desarrollos profesionales. Para los “mayores” -los maestros consagrados, como Nassif-, el exilio podía representar mayoritariamente pérdidas y desarraigos profesionales y personales, incluso, el final de sus vidas y de sus carreras académicas.
Quedan preguntas abiertas y pistas para continuar esta indagación que se abre con la circulación internacional de Nassif a partir de 1975, el exilio obligado que lo mantuvo fuera del país hasta su desaparición física en 1984. ¿Qué articulaciones pueden pensarse entre la experiencia del exilio de Nassif y los exilios o insilios de algunas de sus discípulas? ¿Qué condiciones de posibilidad y límites representó la experiencia exiliar en la obra de Nassif? ¿Qué vinculaciones pueden trazarse entre esta experiencia y la de otros/otras pedagogos/pedagogas e intelectuales de la educación del país y la región en el mismo período?
La relectura de su obra y la recuperación de su experiencia de formación, su trayectoria académica y profesional pueden integrarse a las iniciativas que ponen en el centro el exilio como dimensión relevante en la producción de ideas en el campo de la educación, de actores que contribuyeron a difundir sus perspectivas dentro y fuera del país, atravesados por el desarraigo, la nostalgia y el dolor por el no retorno. La comparación sistemática de esta trayectoria, circulación internacional experiencia previa y posterior al exilio con otras indagaciones se suma a un campo prolífico de indagaciones acerca del “destierro argentino” en palabras de Silvina Jensen (2011), desde las historias y memorias en primera persona de los exiliados conosureños, atravesadas por las Dictaduras de la Seguridad Nacional.
Epílogo
La imagen final de este artículo nos vuelve al profesor de Pedagogía, imbuido en la situación de clase, con todo lo necesario para cautivar a su auditorio estudiantil, su concentrada alocución, su gesto corporal y sus manos acompañando el relato, sus papeles en el escritorio y su reloj marcando el tiempo, la tiza y el borrador a mano, la pasión y la profesión. Quizás valga la pena seguir contando las historias y memorias de estos maestros, pues en los pliegues de los recuerdos, archivos familiares, anécdotas y vivencias, volvemos a recuperar la fuerza de las ideas, encarnadas en estos sembradores de tradiciones y experiencias de una Pedagogía que sigue circulando y todavía tiene mucho para enseñarnos.
En la imagen vemos a Ricardo Nassif dando clases en Mérida en algunos de sus viajes en los años 60. Fuente: archivo personal de Beatriz Nassif.
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Notas
Recepción: 08 Marzo 2024
Aprobación: 21 Abril 2024
Publicación: 01 Junio 2024