Dosier
“A la mexicana”. Tras las huellas de la trayectoria de Luis F. Iglesias en la formación de maestros rurales en México
Resumen: El artículo analiza la trayectoria profesional del maestro argentino Luis F. Iglesias (1915- 2010) desarrollada en México durante los años 60 y 70, así como las incidencias que su obra y sus propuestas de trabajo han tenido en la formación de maestros rurales de ese país. Luego de una breve presentación de su trayectoria en la Argentina, se reconstruye su periplo mexicano, en vistas a identificar los cursos que desarrolló para maestros rurales, la incorporación de sus libros a la bibliografía destinada a la formación docente y la edición local de La escuela rural unitaria. También se reseña la visita realizada en el año 1993, cuando fue invitado para recibir un homenaje en virtud de los aportes que había realizado a la formación de los y las docentes rurales del país, y a la incidencia que su obra había dejado en la educación rural mexicana.
Palabras clave: Formación Docente, México, Educación Rural, Trayectoria Profesional.
“A la Mexicana”. In the footsteps of Luis F. Iglesias' trajectory in the training of rural teachers in Mexico
Abstract: This article analyzes the professional career of the Argentine teacher Luis F. Iglesias (1915- 2010) developed in Mexico during the 1960s and 1970s, as well as the impact that his work and his work proposals have had on the training of rural teachers in that country. After a brief presentation of his career in Argentina, we analyze the Mexican journey and the links he had with that country, where he developed several courses for rural teachers, his work was incorporated as a bibliography in teacher training, and the Mexican State made several editions of his book La escuela rural unitaria, which was distributed free of charge to rural teachers. A visit in 1993 is also mentioned, when he was invited to receive a tribute for the contributions he had made to the training of rural teachers in the country, and the impact that his work had left on rural education in Mexico.
Keywords: Teacher Training, Mexico, Rural Education, Professional Career.
Introducción
Este trabajo recupera la trayectoria que el maestro rural argentino Luis F. Iglesias desarrolló en México en los años 60 y 70. Ese recorrido mexicano forma parte de un conjunto mayor de itinerarios que Iglesias realizó en Argentina y Latinoamérica, como docente, conferencista, funcionario, militante, escritor, director de un periódico de “agitación pedagógica”, profesor universitario, entre otros. En estos itinerarios, en ámbitos variados, intentó transmitir su experiencia de veinte años en la escuela Rural 11 de Tristán Suárez, provincia de Buenos Aires. La experiencia escolar de Iglesias fue contada por él mismo en varios libros y ha sido objeto de investigaciones inscriptas en el campo de la historia de la educación, la pedagogía y la didáctica (Padawer, 2008; Vezub, 2010; Tarrio, 2013; Buitron, Sokolowicz, Spindiak y Terigi, 2021);1 sin embargo, sus inserciones y vinculaciones de amistad, laborales y políticas posteriores han sido menos exploradas.
Aquí se presenta un recorte de una investigación más amplia acerca de la trayectoria de este maestro particular:2 nos enfocamos en el periplo mexicano y en las vinculaciones que tuvo con aquel país, donde desarrolló diversos cursos para maestros rurales, fue incorporada su obra como bibliografía en la formación docente, y el Estado Mexicano realizó varias ediciones de su libro La escuela rural unitaria, que fue distribuido de forma gratuita a los y las docentes rurales. También, para dar cuenta de lo que representó Iglesias en aquel país, se reseña la visita realizada en el año 1993, cuando fue invitado para recibir un homenaje en virtud de los aportes que había realizado a la formación de los y las docentes rurales, y a la incidencia que su obra tuvo en la educación rural mexicana.
Este artículo reconoce el valor del enfoque pedagógico, dado que “el ojo pedagógico realiza un trabajo de sección de materiales que necesariamente será distinto al que puedan cumplir otras disciplinas” (Nassif, 1965, p. 9-10); del mismo modo, recupera aportes teóricos y metodológicos de otros campos disciplinares. Como la indagación refiere a la trayectoria individual de un maestro en vinculación con instituciones, contextos políticos y diversos actores del campo educativo, el enfoque relacional, la dimensión institucional de las interacciones y el despliegue de múltiples escalas de análisis son ineludibles (Coria, 2004; Remedi, 2013; Revel, 1995). Asimismo, se inscribe en el enfoque etnográfico, especialmente por la particularidad del campo empírico del archivo personal,3 que nos permite “imaginar lo no documentado” (Rockwell, 2009). Reconocemos que los archivos personales constituyen colecciones constituidas voluntariamente y de acuerdo a un orden imaginado por un individuo o institución, en nuestro caso, el propio Iglesias. Acordamos con Derrida en la idea de que constituyen mediaciones entre el pasado, el presente y el futuro, conformada no solamente por lo que está sino también por lo secreto, lo inclasificable, lo no dicho (citado en Bossié, 2021, p. 148).
El texto ha sido organizado en varios apartados. En el primero se describe un homenaje realizado a Iglesias en México en 1993. Los siguientes dan cuenta del periplo mexicano durante los años 60 y 70: su llegada al país y algunos de los episodios que dan cuenta de su presencia en el ámbito de la educación rural mexicana. En tanto que los últimos presentan, por un lado, algunas huellas de Iglesias que aún persisten en tierras mexicanas; y por otro, la necesidad de realizar un estudio más profundo. Finalmente, a modo de yapa, un registro personal de Iglesias que nos resulta representativo de lo que el maestro vivió en México.
La vuelta a casa
Con el pie en el estribo del avión, (...) Salgo mañana a las 10 hs. me conminan, por boleto expedido
en México, a quedarme dos meses. 10 de junio de 1993. Luis F. Iglesias.4
En junio de 1993, Iglesias tenía 77 años y hacía 28 años que había ido por primera vez a la Escuela Normal Veracruzana. En ese momento fue invitado para ser homenajeado por la comunidad normalista. Su estadía duró dos meses y fue acompañado por su esposa. El homenaje estuvo gestado inicialmente por los estudiantes y fue acompañado por el conjunto de la comunidad. En su archivo personal existen variados registros de ese proceso: obsequios, fotos, cartas, discursos. Esta cantidad de documentos atesorados por el maestro da cuenta de la importancia que le atribuyó a ese episodio. Ahora bien, más allá de lo que pueda luego ser reconstruido a partir de varias fuentes, resulta particularmente interesante, recuperar la voz, en primera persona, del propio Iglesias. A menos de un mes de regresar de México, relataba por escrito:
CRÓNICA DEL RECIENTE HOMENAJE MEXICANO
Desde los años sesenta, México me colmó de bienes y oportunidades. Y todo ello en mi condición de maestro de escuela primaria.
En este apartado, va una sucinta relación de los actos vividos en la capital del Estado de Veracruz, en Xalapa, de comienzos de Julio a mediados de Agosto. Parecerá exagerado hablar de una relación sucinta, breve, pero es que fueron tantas las actividades y tan sorprendentes las emociones que agitaron nuestros sesenta días de convivencias con las gentes que nos rodeaban, que siempre nuestros relatos quedan cortos y son pálidos (…) Hubo dos actos de homenaje en la Escuela, con discursos, coros y ballet. En los días siguientes hubo visitas a escuelas unitarias, a centros pedagógicos importantes, con charlas, mesas redondas, etc. etc. En varios lugares, al igual que ocurría en México DF, estuvo expuesta la Exposición de trabajos plásticos y escritos de los alumnos de la escuelita de Tristán Suárez, fotografías, etc. en paneles (40 paneles de 1 m. x 1, 205). La culminación se dio en la espléndida Legislatura del Estado (Iglesias, 1993, p. 8).
Iglesias reconoce en el relato, que “parecerá exagerado”, sin embargo, es posible documentar en otras fuentes la grandilocuencia del homenaje recibido. Una de ellas, el programa del acto de bienvenida del 14 de junio en la Benemérita Escuela Normal Veracruzana da cuenta de la participación de mariachis, de actuaciones artísticas, de discursos de bienvenida, entre otras actividades. Otra de las fuentes es el discurso de bienvenida en el que se explicita las implicancias que tuvo la presencia de Iglesias para la formación de docentes rurales en México, por un lado; pero por otro, le relata al maestro las huellas que su trabajo dejó en las escuelas rurales de Veracruz:
Sus ideas pedagógicas encontraron tierra fértil, germinaron, crecieron y fructificaron, así en algunas escuelas de México y Veracruz, empezaron: a sufrirse acomodo de los mesabancos, a vestirse de auxiliares y de materiales didácticos las paredes desnudas de las aulas, empezaron a autocontrolar su asistencia, los educandos: a observar y registrar los fenómenos naturales, como el clima: a trabajar en un ambiente de libertad, a decir su palabra; a dibujar para expresar su vivencias y a colorear para dar vida a sus dibujos, a investigar los conocimientos que señala el programa; el niño incipiente investigador, se hace partícipe en su propio aprendizaje: aprende a escudriñar el conocimiento, a realizar sus cuadernillos de pensamientos que nos trae con la frescura y candidez que le son propias (Bretón, 1993, p. 2).
En ese discurso anotician al viejo maestro de que sus ideas pedagógicas no sólo habían transformado las escuelas rurales unitarias, sino que habían tenido impacto en los internados para niños indígenas y en los centros de educación de adultos: “la corriente innovadora de Iglesias llegó a los cuatro puntos cardinales del país”. También se relata la gestación del homenaje, como una idea inicial de los estudiantes; y finalmente afectuosamente expresa: “su presencia nos llena de júbilo, está usted en su casa” (Bretón, 1993, p. 3).
Los registros fotográficos, las notas, los recortes periodísticos publicados en México que refieren a la visita de Iglesias; permiten imaginar que efectivamente se trató de un regreso a casa. Pero cabe preguntarse cuál fue la llave que le permitió a Iglesias abrir la puerta de esa casa, cuáles fueron sus estadías y qué hizo para convertirse en uno más de sus habitantes.
La llave
La llave que le permitió a Iglesias abrirse paso en México fue su primer libro pedagógico publicado en 1957: La Escuela Rural Unitaria. Ciertamente fue una especie de suceso editorial reseñado y recomendado en distintas publicaciones periodísticas y académicas de circulación disímil: diarios y periódicos locales de pueblos del interior de Buenos Aires y de otras provincias, de circulación nacional -La Prensa, La Razón y La Nación, hasta de otros países, como Chile y Uruguay. Fue reseñado en publicaciones sindicales o de asociaciones de docentes, y también en publicaciones académicas como la Revista Universidad (UNLP) o la Revista de Educación de la provincia de Buenos Aires, así como en un capítulo en el libro Los Artesanos de la Escuela Moderna, de Delia Etcheverry, publicado en 1958 (Etcheverry, 1958). Además de ámbitos docentes y académicos, transitó por otros espacios como el literario, por ejemplo, el escritor Álvaro Yunque, en su reseña5 sostiene que es un libro “pedagógico- literario” y que el autor es un “maestro poeta”. También se hicieron eco de la publicación los boletines de la Cámara Argentina del Libro, o la Revista Analítica de Educación de la UNESCO. Fue reseñado en francés en la revista publicada en París “Enseignants du Monde”, entre otros. Todas estas referencias dan cuenta de la bienvenida de un libro que recupera una experiencia real, escrito en lenguaje accesible y que, como señala Mantovani en un intercambio epistolar, “produce una acción fermental”.6
Iglesias no sólo escribió el libro, sino que participó activamente en su edición y distribución, para que esa fuera su carta de presentación y la llave que le permitiera el ingreso a diversos ámbitos. Esta estrategia es expresada por el maestro en una carta enviada al Prof. Antón Costa Rico en 1993:
Me interesa fundamentalmente que los maestros gallegos lean mis libros. No tengo otro camino para llegar a ellos. Ruego pues que no se interprete mi actitud como expresión vanidosa, ni mucho menos. Necesito decir: esto hice, esto pienso, esto soy. Limpiamente (Iglesias, 1993, p. 4).
En 1957, como se dijo, la Editorial Ediciones Pedagógicas publicó en Argentina, en dos tomos de tapa dura y muy ilustrada, la primera edición de La Escuela Rural Unitaria. En el año 1959 se publicó la segunda edición realizada por la misma editorial, en tapa dura y también ilustrada, pero ya en un tomo. En 1964, la tercera edición (muy similar a la segunda en cuanto a ilustraciones y tapas), fue realizada por la editorial Stilocograf. De esas primeras ediciones, Iglesias sostiene que “una de ellas fue absorbida por la Cuba de los años sesenta, y otras por Argentina y América Latina; México hizo una edición gratuita para maestros de casi 40 mil ejemplares” (Iglesias, 1993, p. 6). Esta cronología de ediciones da cuenta de la ampliación del público lector de esa obra, inicialmente editada en el ámbito local y nacional y su proyección en Latinoamérica, con su edición a gran escala por parte del Estado Mexicano.
Entonces, si La Escuela Rural Unitaria fue la llave, el contexto internacional interesado por la educación rural, fue la puerta que le permitió a Iglesias el acceso a México.
La puerta
Si bien no es el objeto de este trabajo realizar una historización sobre la escuela rural mexicana, es ineludible hacer algunas referencias al momento particular en el que se inscribe la incursión de Iglesias en el escenario mexicano. Elsie Rockwell y Claudia Garay Molina (2014) señalan algunos datos de importancia: en 1951 la UNESCO fundó el Centro Regional de Educación Fundamental en América Latina (CREFAL) en Pátzcuaro, Michoacán, que cumplió un papel importante en la reunión de expertos de la Educación Rural en México. Difundió la Escuela Unitaria Completa de Santiago Hernández Ruiz7, un maestro español que “expuso la necesidad de considerar métodos y formas de organización especial para las escuelas unitarias” (p. 12). Las autoras sostienen que la labor de este centro posiblemente haya preparado el terreno para que la UNESCO emitiera lineamientos sobre la educación rural, un documento conocido como “Recomendaciones número 52”, publicado en Ginebra en 1961 que, entre otras cosas propone que las escuelas de maestro único tiendan a ofrecer formación a sus estudiantes que les permitan seguir sus estudios. También señala que sean coincidentes sus planes de estudios con los del resto de las escuelas primarias (urbanas o rurales) y que se tienda a evitar el aislamiento a través de las visitas de inspectores. Propone que las escuelas tengan un tipo de organización pedagógica que permita el trabajo en grupos, con materiales didácticos adaptados a la enseñanza simultánea, y que se promueva la ayuda de los estudiantes más avanzados.
La preocupación internacional por las escuelas rurales de maestro único es un contexto de época. Es interesante agregar que, en ese escenario, Iglesias en el año 1960 fue becado por la UNESCO para realizar una estadía de estudio sobre “Organización y didáctica de escuelas de maestro único” en España, Bélgica y París (Iglesias, 2004, p. 116).
Comenzaba 1960, y después de mi rechazo, terminé aceptando la beca de UNESCO: más de seis meses, la primera mitad en Madrid. Hay un pesado libraco, ´La escuela unitaria completa´ del CEDODEP de Maillo; conocí gente inteligente y, sobre todo, desorbitado: ¡viví en Madrid! (Iglesias, 1993, p. 7).
En el “pesado libraco” publicado por el Centro de Documentación y Orientación Didáctica de Enseñanza Primaria (CEDODEP, 1960) en el prólogo, escrito por Adolfo Maillo, su Director, se nombra a los diez becarios representantes de países latinoamericanos en el curso, entre ellos Luis F. Iglesias. El libro detalla el programa del Curso, así como las lecciones de diversos temas escritas por “profesores seleccionados con la mayor objetividad” (1960, p. VIII). Los maestros y maestras becados por UNESCO representaban a Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Perú, El Salvador y Uruguay. No encontramos evidencias concluyentes, aunque es posible suponer que la incorporación de Iglesias fuera a instancias de Ricardo Nassif quien, en esos años dirigía este programa de becarios en la UNLP. A Iglesias, esta experiencia formativa le permitió salir de las fronteras de Argentina y participar de la conversación internacional respecto de la educación rural. Es evidente que Iglesias llegó a México con un recorrido previo interesante, y en un contexto propicio para ser convidado a pasar al recibidor.
El recibidor
En 1964, se realizó en México la Asamblea Mundial de Educación, organizada por la Liga Internacional de la Enseñanza, la Educación y la Cultura, y por la Academia Mexicana de Educación. Del evento participaron 38 países, y alrededor de 400 delegados y observadores de la UNESCO (CREFAL) y la OEA (Oficina de Educación). Los participantes fueron funcionarios de gobiernos estatales y de organismos internacionales, representantes sindicales de la docencia de distintos países, estudiantes universitarios, docentes y académicos reconocidos: Ricardo Nassif, Guillermo Savloff y Berta Perelstein de Braslavsky (de Argentina), Jesualdo Sosa, Julio Castro y Reina Reyes (de Uruguay), entre otros.
La Asamblea, que duró casi un mes, tuvo una nutrida agenda de presentaciones: sesiones de debate, visitas a distintas instituciones, eventos culturales, entre otros; y sesionó en varios puntos del país. En ese marco, Iglesias fue nombrado Secretario General y participó en el Grupo de Trabajo “El Derecho a la Educación”, conformado por más de un centenar de delegados. Luego de las deliberaciones cada comisión elaboró un escrito conteniendo las conclusiones a las que arribaron, en el caso del producido por este grupo, fue considerado como el documento oficial de la Asamblea: “La Carta de México” (Universidad Nacional del Litoral, 1964). Allí se condensan los acuerdos respecto “de los derechos y deberes humanos sobre educación, ciencia y cultura” que suponen que “todo ser humano tiene derecho a participar de la herencia cultural de su pueblo, y de la de todos los pueblos del mundo” (p. 277), responsabilizando a los Estados de la organización y la dirección de la educación del pueblo y a expedir las leyes que garanticen ese derecho. Además, sostiene que la educación de todos los niveles debe ser gratuita y laica, y obligatoria en los niveles primario y secundario, entre otras cuestiones.
No son estos los únicos registros con los que contamos para reconstruir lo acontecido en la Asamblea Mundial y ese viaje a México; también existen producciones más informales elaboradas por Iglesias. En su último libro, escribe:
En el año 1964, fui contratado en México para desarrollar un curso sobre ´Educación en el medio rural’. Ese mismo año, la Liga Internacional de la Enseñanza, la Educación y la Cultura Popular, junto con la prestigiosa Academia Mexicana de la Educación, me designaron secretario general de la Asamblea Mundial de Educación. En la actualidad, soy miembro honorario (Iglesias, 2004, p. 116).
También hace referencia a esa estadía en México en el discurso pronunciado en ocasión de recibir el premio Aníbal Ponce8, en 1985:
Hallándose imprevistamente en Morelia, un día Nassif casi en vilo me llevó a la Escuela Normal donde Ponce había sido profesor excepcional, para compartir la ceremonia de homenaje y descubrimiento de la placa que designaba el Aula Aníbal Ponce que ocupaba el centro del flamante edificio (Iglesias, 1985, p. 38).
Aunque es posible que sea el registro aún más informal el que nos permita imaginar aquella estadía: en uno de los borradores del discurso en homenaje a Nassif que se realizó en la Universidad Nacional de La Plata, en el año 1994, Iglesias describe algunos pasajes de lo vivido y producido durante la Asamblea Mundial de Educación realizada exactamente treinta años antes:
Un día, en México, en un paréntesis del Congreso Mundial de 1964, yo lo acompañaba en un traslado urbano en el país azteca, camino al Jardín de Chapultepec (...) En los días del relato, participábamos del Congreso Mundial de Educación, que después de un mes de trabajos y deliberaciones, concluirá con la presentación de un documento de primer orden para la vida educativa latinoamericana. Se la llamó “Carta de México” y congregó el esfuerzo de los representantes más destacados del continente y de pedagogos y congresales de primera línea. (…) El éxito del Congreso llevó a los mexicanos a plantear la necesidad de una nueva reunión similar a la vivida, para realizarse al año siguiente en Argentina (Iglesias, 1994).
En el marco de la Asamblea, se realizaron presentaciones por parte de las delegaciones en Guanajuato (Universidad del Litoral, 1964). Es en esa ciudad donde Iglesias hizo la presentación de sus libros. En el archivo personal existe un documento mecanografiado que se titula “Presentación de: ´La Escuela Rural Unitaria´ y ´Diario de Ruta´ al Magisterio de México” y en el que se agrega: “Guanajuato, México. Septiembre de 1964” (Iglesias, 1964). En ese documento realiza un análisis del estado de situación de la escuela rural en el mundo, y especialmente en América Latina; y luego expone con cierto detalle su experiencia como maestro en la escuela de Tristán Suárez. Sobre el final del escrito anticipa la próxima publicación en México de sus libros:
Por una hermosa disposición del Instituto de Capacitación del Magisterio de la Secretaría de Educación de este generoso México, dos obras que documentan y detallan nuestra experiencia en la Escuela Rural N° 11 de Tristán Suárez, serán publicadas para que lleguen a nuestros colegas, los maestros mexicanos. (...) Aquí, en Guanajuato, ciudad que recordaremos con íntima emoción por el resto de nuestros días, hago la presentación pública de mis obras (Iglesias, 1964, p. 9).
Efectivamente, La Escuela Rural Unitaria fue publicado en México, en una primera edición a cargo de la Secretaría de Educación Pública (SEP), con una tirada de 35.000 ejemplares, que fueron distribuidos gratuitamente entre los maestros del país. Posteriormente, la editorial Oasis, hizo lo propio en varias ediciones. En cuanto a Diario de Ruta, por cuestiones administrativas, no llegó a publicarse en aquel país, “aunque el consenso de los dirigentes pedagógicos lo preferían” (Iglesias, 1993, p. 4)”. Ahora bien, más allá de las discrepancias en cantidad de ediciones, fechas y tiraje que se detalla en distintas fuentes, es claro que el libro tuvo una gran circulación en el país.9 En 1993 Iglesias escribe: “La escuela rural unitaria sigue editándose en México, va por la 7° edición y se calcula que lleva 70.000 ejemplares. No es ya edición oficial y las hace por su cuenta, clandestinamente la editorial OASIS. Es texto en varias Normales” (Iglesias, 1993, p. 5).
Una de las ediciones mexicanas “en rústica”, del año 1966, se inicia con una presentación de Ediciones Oasis en la que se lee:
Al presentar a los maestros mexicanos La escuela rural unitaria, que formará parte de la Biblioteca Pedagógica de Mejoramiento Profesional del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, los editores están seguros de haberles proporcionado una obra de gran utilidad para su trabajo diario, en particular, en las comunidades rurales del país (Iglesias, 1966).10
La sala
A partir de la divulgación de su libro, durante los años 60 y 70, Iglesias tuvo una intensa vinculación con México, especialmente con el Estado de Veracruz. Allí realizó varios cursos, fue parte de la creación de la primera cátedra de educación rural en la formación de maestros en la Escuela Normal Veracruzana, donde incluso en la actualidad se lo sigue estudiando.
Este vínculo con el Estado de Veracruz se propició por un proceso más amplio respecto de la formación de maestros rurales en México. En un contexto en que la actividad de la CREFAL y de la SEP se inclinaba hacia el “desarrollo rural” se incorporaba la preocupación por la educación rural, “pero sin centrarse en los problemas docentes en las escuelas del campo” (Rockwell y Garay Molina, 2014, p. 13). En cambio, en Veracruz, grupos de docentes estatales mantenían el interés en los problemas pedagógicos de las escuelas unitarias. En el año 1967, la Dirección General de Educación de Veracruz convocó al Primer Seminario sobre Escuelas Unitarias, del que participaron representantes de la SEP, del CREFAL, la Academia Mexicana de Educación, entre otros organismos, así como inspectores escolares y referentes de distintos estados mexicanos. Como bibliografía del seminario se distribuyeron los libros de Luis F. Iglesias La Escuela Rural Unitaria y de Abner Prada,11 con un título idéntico; y también se distribuyó la Recomendación N° 52 de la UNESCO (Rockwell y Garay Molina, 2014).
De la experiencia mexicana abundan registros en el archivo personal de Iglesias. En su Curriculum Vitae se detallan, entre los años 1965 y 1979, cursos y talleres de formación para maestros rurales en distintos puntos del país y se señalan varias contrataciones por parte del Estado mexicano como asesor en políticas educativas para el sector. Sus estadías en aquel país, en gran medida le permitieron desarrollar una actividad intensa en tiempos en que, en Argentina, no era reconocido de la misma manera. Lidia Mutto, compañera de Iglesias durante su desempeño como Consejero General en la DGCyE de la provincia de Buenos Aires, en el año 1984; refirió a este período:
Era más reconocido afuera que en Argentina. Yo creo que en ese momento [1984] empezó a trascender su nombre, como pedagogo, dentro de Argentina, pero por toda su trayectoria, sobre todo en México. Él había estado refugiado en México, prácticamente. (...), porque es donde más estuvo, donde más cursos dio, porque se compartía en ese país mucho más su forma de trabajo y su concepción de la educación que lo que aquí ocurría (Entrevista a Lidia Mutto).12
En México, el trabajo de Iglesias estuvo centrado en gran medida en transmitir lo aprendido y construido a partir de su experiencia desarrollada en la escuela. Uno de los talleres, del año 1975, fue documentado en un libro: Taller Pedagógico de Escuelas Rurales Unitarias. Memoria, publicado por la Dirección General de Educación Popular del Gobierno del Estado de Veracruz (Gobierno del Estado de Veracruz, 1975).
De ese taller existe un antecedente documentado en una carta de Luis Iglesias en abril de 1975 a María del Carmen García de Jiménez, quien era la Jefa del Departamento de Escuelas Rurales Unitarias dependiente de la Dirección General de Educación Popular de Veracruz; en la que se evidencia la participación activa que tuvo Iglesias en las acciones previas, y el vínculo profesional y personal establecido con los organizadores mexicanos.
Grande y duradero placer me ha regalado tu envío: tu carta, tus materiales didácticos, el libro. Pero básicamente me hace feliz tener en mis manos el testimonio de tus experiencias en la escuela, que en una sola imagen me traen a la muchacha inteligente, entusiasta, laboriosa y seria que conocí en Pátzcuaro. Y no puedo menos que sentirme halagado dejándome llevar por tu generoso intento de relacionar la evolución positiva de tu trabajo pedagógico con las realizaciones de nuestro Taller de Morelia (Iglesias, 1975, p. 1).
En la carta luego sostiene que “con el mismo ánimo de colaboración de oportunidades anteriores”, le hará llegar algunas “reflexiones y sugerencias sobre los materiales”. A eso, le continúan varias páginas dedicadas al análisis del material y a brindar orientaciones respecto a la realización de los guiones didácticos, al tipo de edición que debieran tener los libros de texto para el trabajo con niños, la secuenciación y profundidad de los contenidos, entre otros. Incluso, opina: “a mi criterio convendría eliminar las ilustraciones puramente decorativas” y señala qué dibujos y fragmentos de textos modificaría, con referencia a las páginas donde se encuentran. El nivel de detalle de la carta demuestra que se trata de una especie de asistencia técnica o asesoría por correo. Sobre el final aclara:
Te pido que de todo lo que escribo, hagas una lectura crítica, pero generosa, para recoger lo que realmente pueda serte útil. Lo demás, al canasto. De ninguna manera pretendo dictar normas. Si algo sé en pedagogía es que cada maestro tiene que recorrer -honestamente, con cristalina pureza- su propio camino (Iglesias, 1975, p. 4).
Sin embargo, luego de esta carta técnica, concluye con un párrafo que demuestra que se trata de un vínculo no sólo profesional: agradece unas botas enviadas como obsequio por el marido de María del Carmen para el hijo de Luis, y se despide: “un afectuoso saludo para tu marido, recuerdos para todos mis amigos jalapeños, otra vez quiero agradecerte tus envíos, con los que quedo tan feliz como mi Alejandro Néstor con lo suyo” (Iglesias, 1975, p. 4).
El testimonio anterior nos remite a las “sutilezas de lo cotidiano” (Rockwell, 2009) que posibilitan los archivos personales en el trabajo etnográfico. Como vemos, para Iglesias, su presencia y circulación en México significaron la construcción de una trama de vínculos y redes de sociabilidad en la que, además de lo profesional y laboral, se jugaban relaciones personalizadas y vínculos de amistad.
La presencia de Iglesias en México a través de publicaciones de sus trabajos, de las notas referidas a él en el Boletín de Educación Popular de México, del trabajo de sus discípulos, de los envíos de sugerencias a distintos organismos oficiales, de cursos y cursillos dictados; evidencian que las visitas fueron múltiples, así como permanentes los intercambios epistolares.
Algunos de los escritos demuestran que hubo asesoramientos extensos, como es el caso de la “carta de sugerencias” que envió en julio de 1979 a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. En ella despliega recomendaciones respecto del tipo de textos que deberían producirse para la educación rural por parte del Estado (no sólo respecto del contenido, sino también del tipo edición, de encuadernación y de distribución), y propone la publicación de otros tipos de materiales de uso escolar, como planillas de autocontrol o folletos. Además, recomienda profesionales que pudieran abocarse al desarrollo de los mismos:
Afortunadamente, en la actualidad México tiene en la materia nutrida experiencia y profesionales docentes capacitados para integrar excelentes equipos de trabajo para la preparación de materiales de autoaprendizaje por la Técnica de Guiones Didácticos. A título informativo, daré a continuación algunas referencias humanas, con nombres de profesores y maestros que podrían ser consultados o requeridos con el propósito de ampliar o concretar las proposiciones sugeridas. Advierto que el haber actuado más intensamente en una determinada zona del país, Edo. De Veracruz, Xalapa con más precisión, mis referencias en su mayoría serán de personas que colaboraron conmigo en ese lugar (Iglesias, 1979, p. 6).
Si bien la incidencia de Iglesias en la escuela rural mexicana puede ser visualizada en todo el país, en el Estado de Veracruz, y particularmente en Xalapa, fue aún más profunda.
El reino y la Gloria
Papá amaba México y a su gente y especialmente a Gloria. Una persona increíble que trató a mis
padres como reyes cuando estuvieron por ahí. Ana Iglesias13
Iglesias en México, en Veracruz, y especialmente en la Benemérita Escuela Normal Veracruzana, instaló una tradición de formación de maestros rurales y de maestros de escuelas unitarias (de personal único). En el año 1967, a partir de una reforma del plan de estudios, se crea la primera cátedra de “Unitarias” que contaría con Iglesias como profesor, a la que luego no pudo dar inicio por un problema de salud que le impidió viajar. Quien se hizo cargo fue Gloria Sánchez de Guzmán, una reciente egresada de la Escuela Normal Veracruzana. Iglesias reconoce a varios discípulos mexicanos en distintas oportunidades, especialmente a Gloria Sánchez.
La escuela Normal Veracruzana de Xalapa, donde desarrollé mi primer Curso de organización y didáctica en las escuelas unitarias en 1965, instaló la primera cátedra normalista en la materia en 1967/68. Considero que siempre será conveniente, si no indispensable, consultar a la iniciadora de dicha cátedra, profesora Gloria Sánchez de Guzmán, quien entre los docentes de mi conocimiento, es quien más experiencia sobre la pedagogía de escuelas unitarias ha acumulado y madurado en México (subrayado en el original en Iglesias, 1979, p. 6).
Actualmente Gloria Sánchez es Senadora de la República por el Estado de Veracruz y ha desarrollado una larga trayectoria educativa y política en su país, sin embargo, sigue reconociendo como a uno de sus maestros a Luis Iglesias, y se autodenomina “Iglesista”. En una emotiva entrevista, relató el proceso por el cual una joven egresada normalista se convirtió en catedrática: “¡Hágame el favor, catedrática a los 21 años!”14Compartió también la incidencia que tuvo Luis Iglesias en la formación de docentes y especialmente dejó en claro que en la “Normal Veracruzana” aún hoy se sostiene una tradición pedagógica que tiene en Iglesias a uno de sus pilares.
La cátedra ha funcionado ininterrumpidamente desde su creación hasta la actualidad. Los libros de Iglesias fueron y son parte de la bibliografía, y la “Pedagogía de Iglesias” o “de los Guiones” sigue siendo parte estructural de la materia Pedagogía y Didáctica del Aula Multigrado correspondiente a la Licenciatura en Educación Primaria. Cuando Gloria se hizo cargo de la cátedra, no habiendo sido maestra unitaria y no habiendo sido parte de los Seminarios y Cursos que Iglesias dictó previamente en México, “tenía un remordimiento de conciencia muy grande en ese sentido”; y luego de tres años de estar a cargo de la cátedra, viajó a Buenos Aires a conocer al maestro munida de una carta de recomendación del Director de la Escuela Normal, viejo conocido de Iglesias y responsable de la creación del espacio: el maestro José Acosta Lucero. El relato de ese primer encuentro en Buenos Aires, es muy gráfico:
Él no sabía nada, yo llevaba la carta personalmente. ¡Él no sabía nada! Entonces ya cuando subo el elevador y veo tres o cuatro timbres, toqué todos, dije: “a ver cuál es” y sale él. Precisamente, ¡sale él! Y le digo: “el Maestro Iglesias?” Y me dice “¿Y usted quién es?” Y le digo: “Yo vengo de la Normal de Xalapa” “Ah” “Si, vengo de parte de Acosta, acá le traigo una carta” “¿Y qué hace usted aquí? ¿Por qué está usted aquí?” Y le digo “Pues, por culpa de usted” “Mi culpa, ¿y yo qué hice?” “Pues, ¡no llegó usted…” “Pase, pase, pase!” Ya se imaginan, ahí tuve un curso intensivo durante dos semanas en su estudio, y diciéndole “No Maestro, yo me siento muy insegura, mire estamos…” “Pero entonces, sí hicieron la cátedra, ¿verdad? Dice Acosta que sí la hicieron, ¡a la mexicana entonces!” “A la mexicana, Maestro, así, ¡exactamente así!” (risas) Y entonces ya, empezamos a platicar mucho, mucho, mucho…. Fue mi mejor posgrado, yo digo que no tengo ningún doctorado, pero tengo mi posgrado de allá, del estudio de Iglesias. Pues entonces “A ver, ¿qué hicieron, ¿cómo lo hicieron?” Él estaba soñado que a pesar de que él no llegó, pues sí se hizo. “Y tenemos libros de texto y nos inventamos los guiones mediadores…” y él entonces: “Muy bien! ¡Muy bien!” Y entonces ya él con mucha sutileza, con mucha elegancia diría yo, me preguntó “¿y de la expresión libre, ¿qué?” “ah por sí si unas fichas…” Acabó diciéndome ya cuando me despidió: “¡Cuadernillos de pensamientos, o muerte!” (risas).
Como se observa, ese primer encuentro emocionado, no opaca la seriedad y la trascendencia que tuvo en la formación de quien en la Escuela Normal estaba a cargo de la cátedra. Luego de varios encuentros durante la estadía de Gloria en Buenos Aires, Iglesias le hizo un regalo: “y antes de salir de allá me regaló las pruebas de imprenta de Pedagogía Creadora. ¡Las pruebas de imprenta! (llora) Así la traía yo, abrazada, en el avión, todo el tiempo. Ése era Iglesias, desprendido, entregado. Generoso, muy generoso.”
Luego de este encuentro, se sucedieron muchos otros, los viajes de Iglesias para dictar cursos y cursillos durante los 70 en gran medida la tuvieron a Gloria como partícipe. Dieron Cursos a Maestros Rurales de manera conjunta (y por separado pero vinculados) en México y en Nicaragua contratados por UNESCO, se enviaron cartas, recomendaciones pedagógicas, regalos. Se conocieron ambas familias y convivieron en viajes, se visitaron para celebraciones de cumpleaños, participaron de mitines políticos, viajaron a Cuba para compartir el Encuentro Pedagogía 1995. Gloria se reconoce heredera de una tradición que transmitió, y con orgullo sostiene que aún permanece viva en la Normal Veracruzana.
Sí, Iglesias es un clásico. Para nosotros es un clásico. Mientras vivamos sus discípulos, él va a estar ahí adentro. Empezando por Yeli. Claro, ha habido mucho, ahora ya todo el mundo habla de multigrado y hace especialidad en eso. Hubo muchas innovaciones (…) pero nada como la fuente original. Si tú tienes la fuente original, si tú la conoces, si tú la vives, si tú la sientes, si tú la entiendes, si tú la quieres; se te facilita después extenderla, pues ya nomás adecuarla a las nuevas condiciones. Con textos ya renovados que están tan preciosos, que a él le encantarían los nuevos (…) Sí, son preciosos. Pero aún con esos libros y todo, hay mucha riqueza que se puede agregar de la pedagogía de Iglesias.
Gloria se jubiló hace unos años, y quien asumió la cátedra y quien está aún en el cargo es Amelia Guzmán (Yeli), la hija menor de Gloria, quien compartió talleres, viajes y clases acompañando a su madre. Fue parte, siendo niña, de la “tribu mexicana” que dio los cursos en Nicaragua en 1981; y fue parte, siendo adolescente, de la comitiva de recibimiento en los homenajes a Iglesias en 1993. Ambas se reconocen herederas, y ambas dicen que Iglesias es parte de su familia.
Es necesario, sin embargo, reconocer que los vínculos de Iglesias con México y con Xalapa excedieron por mucho a la familia Guzmán. Los registros en el archivo y en los intercambios epistolares así lo demuestran.
Un pleito en Xalapa: los Guzmán (Paco y Gloria) riñen con Hermida15: unos y otros me tienen preparada ´la recámara´, para cuando vaya, con cama matrimonial, y los dos aducen que fueron los primeros en pensar y hacer… Xalapa, mi reino. ¡Qué bello y acogedor sigue siendo! (Iglesias, 1981).
La amplitud de los vínculos profesionales y personales de Iglesias con México contrastan con el reconocimiento tardío que tuvo en Argentina, que empezó a tomar mayor relevancia con el retorno a la democracia. En ese escenario, Iglesias comenzó a recibir una serie de condecoraciones debido a su trayectoria y militancia por la educación pública, entre ellos, el Premio Aníbal Ponce en 1985. Su amigo Ricardo Nervi (1921-2004, quien vivió en México durante los años de su exilio) dio un discurso en el que, entre otras cosas, relató lo que significaba la figura de Iglesias en México.
Premios aparte, es preciso, indispensable, obligado, contarles a ustedes cómo y cuánto el nombre del “Maestro Iglesias” se ha difundido en la República Mexicana.
México suele ser tierra arisca, difícil, para quien no llegue a ella con un voto de humildad. (...) Pues bien, en esa escuela que concita el desvelo de las autoridades educativas mejicanas, Luis F. Iglesias ocupa uno de los sitiales asignados a los grandes renovadores de todos los tiempos. En Xalapa la escuela rural unitaria de Xico se denomina Maestro Luis F. Iglesias, y en la misma ciudad que albergó en 1921 a Gabriela Mistral, el Centro de Educación Básica para Adultos y Enseñanza Ocupacional se denomina “Profesor Luis F. Iglesias”. En la cátedra de Pedagogía Comparada de la Universidad Pedagógica Nacional, se estudia comparativamente la “Técnica de Guiones” de Iglesias, técnica que viene siendo utilizada -previos ensayos efectuados por la Secretaría de Educación Pública a través de la Dirección General de Mejoramiento y Capacitación del Magisterio en todo México- en los estados de Veracruz, Jalisco, Chiapas, Tabasco, y en cientos de escuelas rurales del Estado de México. En la cátedra de Educación Rural, de la Escuela Normal Veracruzana, de hecho, la más importante Escuela Normal del interior del país, se estudia fundamentalmente la didáctica del maestro Iglesias. Así, pues, en un país de avanzada en materia de educación rural; en un país de suyo arisco, difícil por sus exigencias para con el extranjero, se respeta y venera a quien, como él, ha hecho de la humanidad su blasón de maestro (Nervi, 1985, p. 8-9).
Como se observa, Nervi dio noticias de quien fue Iglesias para la educación rural mexicana, cuestión que reconstruimos en este trabajo a través de los aspectos más salientes de esa trayectoria.
A modo de cierre
A lo largo de este trabajo, hemos presentado algunas pistas del recorrido de Iglesias en México, y del reconocimiento a su trayectoria que fue en aquel país más temprano y más intenso que en el propio.
Describimos el lugar que ocupó la difusión de su libro La escuela rural unitaria en el reconocimiento de su figura y su práctica docente en la formación de maestros rurales en América Latina, particularmente en México. Resulta ineludible reconocer el rol que el propio Iglesias ocupó en la difusión de su obra, la tarea artesanal de enviar su libro y de facilitar su circulación nacional e internacional. Describimos el contexto internacional interesado por la educación rural que propició su recorrido mexicano y algunas de las acciones desarrolladas dictando cursos y talleres a lo largo de dos décadas.
En la historia de la escuela rural mexicana Iglesias es una figura recurrente durante los años 60 y 70, y en los años siguientes se mantuvo presente a través de distintas políticas, por ejemplo a partir de la producción de materiales específicos por parte del estado mexicano “como fueron los guiones didácticos para facilitar la atención simultánea de los diferentes grados” (Rockwell y García Molina, 2012, p. 17). En México, y especialmente en la Escuela Normal Veracruzana, dejó instalada una tradición respecto de la formación de maestros y maestras rurales que se mantiene a través de sus discípulos. Sin embargo, según sostiene Gloria Guzmán también es necesario ir tras las huellas que dejó en otros países latinoamericanos: “todas las Normales de Nicaragua instalaron su cátedra” y “en Venezuela también instalaron lo que llamaron la ´Nueva Escuela Venezolana¨ o algo así (…) él también tuvo mucho reconocimiento en Venezuela”. Es preciso reconocer que la vastedad del trabajo de Iglesias en sus recorridos mexicanos y latinoamericanos, y las huellas que dejó, requieren de mayor estudio. En eso estamos.
La Cocina (o la yapa)
Anverso y reverso de una fotografía tomada en uno de los cursos en 1975 en Xalapa. En el reverso Iglesias escribió: “Esta se llamará la foto de la ´butaca vacía´. Y es que, durante el acto improvisado de clausura, como a mi lado quedaba una butaca vacía, uno se sentó en ella para sacarse una foto conmigo. Poco después, comenzó a desfilar un número que no pude contar de maestros y maestras que se tumbaban en la butaca, uno tras otro. Hasta ocurría que el de atrás, apuraba al vecino ya fotografiado. ¡A veces teníamos hasta tres cámaras frente a nosotros!”
Fuentes
Benemérita Escuela Normal Veracruzana (1993). Programa de Bienvenida al profesor Luis F. Iglesias. Lunes 14 de junio.
Breton, J. (1993). Discurso de Bienvenida a Luis Iglesias pronunciado el 14 de junio de 1993 en la Benemérita Escuela Normal Veracruzana.
Iglesias, L. (1964). Presentación de: “La Escuela Rural Unitaria” y “Diario de Ruta” al Magisterio de México. Documento mecanografiado.
Iglesias, L. (1957) Carta a María del Carmen García de Giménez. 18 de abril de 1975.
Iglesias, L. (1979). Carta a la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos. 6 de julio de 1979
Iglesias, L. (1981). Carta a Clement, su mujer, desde Managua el 15 de agosto de 1981.
Iglesias, L. (1993). Carta al Prof. Antón Costa Rico Buenos Aires, 24 de septiembre de 1993
Iglesias, L. (1994). Borrador del Discurso en homenaje a Nassif realizado por la Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP.
Iglesias, L. (s/f) Carpetas de recortes periodísticos y cuadernos de apuntes.
Iglesias, L. (s/f) Curriculum Vitae mecanografiado.
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Notas
Recepción: 21 Abril 2024
Aprobación: 05 Mayo 2024
Publicación: 01 Junio 2024