Dosier
Tununa Mercado. El exilio de los múltiples saberes
Resumen: El presente artículo se propone hacer un recorrido por la vida de la escritora y periodista Tununa Mercado, con el objetivo de situar su experiencia personal y su obra literaria, dentro de una dinámica de creación de saberes que permiten comprender el exilio argentino asentado en México desde una mirada amplia y diversa. Desterrada en 1974, vivió su exilio en compañía de su familia para volver a la Argentina en 1987. Durante su tiempo en México entrelazó el periodismo, la literatura, y el tejido, con el activismo político. Su experiencia previa como docente en Francia, durante la dictadura de Onganía, fue el eje de partida para el proceso de adaptación que viviría años más tarde en un territorio desconocido. Toda esta experiencia quedaría plasmada en su libro En estado de memoria, referente indiscutible de la dinámica exiliar en México y sus múltiples aprendizajes.
Palabras clave: Exilio, Literatura, Memoria, Construcción de saberes, América Latina.
Tununa Mercado. The exile of multiple knowledge
Abstract: This article aims to take a biographical tour in the life of the writer and journalist Tununa Mercado, with the clear purpose of placing her personal experience and her literary work, as an undeniable way of understanding the social and political experience of being exiled and particularly in Mexico during the seventies-eighties. In 1974, she went to Mexico to live her exile in the company of her family. She returned to Argentina in 1987. During her time in Mexico she intertwined journalism, literature, and knitting with political activism. Her previous experience as a teacher in France, during Ongania’s dictatorship government, was the starting point for the adaptation process that she would experience, years later, in an unknown territory. This entire experience would be captured in her book En estado de memoria, an indisputable reference of the exile dynamic in Mexico and its multiple learnings and cultural values.
Keywords: Exile, Literature, Memory, Creating knowledge, Latin America.
Presentación
La narrativa de la escritora Tununa Mercado constituye una de las expresiones literarias más representativas en torno al exilio argentino, desarrollado en México, como consecuencia de la última dictadura cívico-militar (1976-1983). Trazos de melancolía, pérdida y complejos procesos de adaptación circundan los relatos de una narradora que, además de su trabajo literario, estableció fuertes vínculos personales y profesionales con el país que la acogió a ella y a su familia.
Este artículo se propone atravesar algunos de los aspectos más relevantes de la vida de la escritora, así como su desarrollo profesional y la importancia de su trabajo literario, no solamente como una muestra de expresión narrativa, sino como una herramienta clave para la construcción de saberes que se desarrollan, también, fuera de los espacios académicos.
El acercamiento a la figura de Tununa permite visibilizar la complejidad y riqueza de la experiencia del exilio como un fenómeno transformador cuyo impacto trasciende la mirada local, y se sitúa como referente regional latinoamericano.
De igual manera, se pretende abordar el continuo lazo que, de manera coincidente –si es que es posible hablar de la casualidad- se estableció entre México y Argentina, los espacios educativos y la literatura.
Tununa, la escribana
Escritora, traductora, periodista y feminista, Nilda Mercado, mejor conocida como Tununa, sobrenombre que conserva y que usa en su producción literaria, nació un 25 de diciembre de 1939 en Córdoba, Argentina. Hija de madre escribana y padre abogado, profesión que siguieron sus hermanos, vivió su infancia en un barrio de clase media en Córdoba. La labor de su padre como abogado penalista, concejal y diputado le otorgó a la familia Mercado cierta presencia política en el barrio. Dicho bagaje, sumado a la profesión de su madre, despertaron en Tununa, de manera muy temprana, un estrecho vínculo entre la escritura, la lectura y la política.
Sin embargo, la mirada de la literata no se posaría bajo la estructura del marco jurídico, sino que desafiaría el horizonte de expectativas para adentrarse en un espacio que trazaría su camino hacia rutas inexploradas. “El Derecho, que debió ser mi carrera, sólo me encaminó a las letras: primero copiando a mano los protocolos notariales, y después pasando en limpio los alegatos legales de mi padre” (Mora y Mercado, 1992, p. 77).
La vida de Tununa ha estado marcada por hitos históricos que moldearon su labor profesional y su vida personal. En entrevista, recuerda el hecho de haber nacido el mismo año en el que inició la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), como un referente de la dinámica de conflicto que dominaba el mundo. Más tarde evocaría el 16 de junio de 1955, día en el que se bombardeó la Plaza de Mayo ante el intento de golpe de Estado que sufrió el gobierno de Juan Domingo Perón. “Yo tendría 15 años. Recuerdo que seguíamos todo por la radio y pedían que mantuviéramos las luces de las casas todas apagadas” (Mercado, en Canal 22, 25 de agosto de 2009).
En 1958 comenzó a estudiar la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Córdoba. La facultad constituyó el primer lugar en el que su vida dio uno de los giros más importantes. Además de adentrarse formalmente al espacio literario, fue ahí donde conoció a quién sería su compañero de vida: el escritor, crítico literario y profesor universitario Noé Jitrik.1
Aunque este texto no recae en Jitrik como figura central, es imprescindible abordar algunos datos de su vida ya que permiten comprender el cruce de destinos que posteriormente llevó a la pareja a vivir un camino en común. La universidad como centro de construcción de saberes y pensamiento crítico les brindó, en más de una ocasión, la posibilidad de sortear la violencia ejercida por los regímenes totalitarios.
A dos años del ingreso de Tununa a la universidad, en 1960, Noé aceptó la propuesta de impartir cátedra en Córdoba. Para ese momento, Jitrik había pasado alrededor de tres años en la universidad en Francia y vuelto a la Argentina. Trabajó en el gobierno del presidente Arturo Frondizi en un puesto de tipo más bien burocrático y fue colaborador de la Revista Contorno en la que se encontraban, como parte del equipo editorial, los hermanos Ismael y David Viñas, León Rozitchner, Susana Fiorito, Adelaida Gigli, entre otros.2
Al poco tiempo de la llegada de Noé a Córdoba él y Tununa comenzaron una relación que los llevó a contraer matrimonio en 1961. Un año después nació Oliverio, el primer hijo de la pareja, y posteriormente, aunque Noé mantenía su cátedra en Córdoba, decidieron mudarse a Buenos Aires, lugar en el que Mercado empezó a vincularse con el medio periodístico. En 1966 llegó Magdalena, la segunda hija del matrimonio y, con ella, el reconocimiento del “Premio Casa de las Américas” por el libro de cuentos Celebrar a la mujer como a una pascua, publicación que reúne una serie de textos que circundan problemáticas que colocan a la mujer como protagonista.
Durante el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía (1966-1970) a Jitrik le suspenden su contratación con la Universidad de Córdoba. Al tiempo que esto ocurrió, le llegó también el ofrecimiento de una cátedra en Francia, hecho que llevó a la familia a trasladarse a Europa, lugar en el que Tununa, sin saber, se prepararía para vincularse, más adelante, con el país que la recibió en su largo exilio.
Instalados en Francia la escritora repartió su tiempo entre el estudio del francés y el dictado de cursos sobre Historia y Civilización de América Latina. Como parte de la enseñanza del campo de la literatura latinoamericana, la escritora debía impartir la temática de novela de la revolución mexicana, hecho que la obligó a adentrarse en un espacio cultural poco explorado hasta entonces. “Para la materia que impartía tenía que abordar los textos de Juan Rulfo. Ése fue mi descubrimiento de México y también del lenguaje de los mexicanos que era desconocido para mí. Yo no sabía lo que era una milpa”3 (Mercado, en Canal 22, 25 de agosto de 2009).
Su experiencia como docente la acercó a problemáticas culturales latinoamericanas que más tarde le ayudarían a mirar desde una perspectiva más profunda su experiencia exiliar en México. Como si fuera una especie de presagio, los personajes fantasmales de Juan Rulfo y sus ambientes hostiles e inhóspitos, le susurraban al oído una inevitable partida.
Además de la actividad en el aula, el tiempo que Tununa y su familia pasaron en Francia los encontró con el levantamiento estudiantil de 1968. “Mayo del 68 fue un momento muy importante de esa permanencia en Francia desde el punto de vista histórico, político y social” (Jitrik, en Canal 22, 25 de agosto de 2009).
Dos años más tarde volvieron a Argentina y, tanto Tununa como Noé, se integraron al Foro de Buenos Aires por los Derechos Humanos que culminó con una publicación en la que se daban a conocer las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el Onganiato.
En esa primera vuelta, Mercado trabajó como periodista en el diario La Opinión, periódico argentino fundado en 1971 por el periodista Jacobo Timerman. En ocasiones, cuando en sus notas buscaba lanzar algún análisis más de corte crítico-sociológico, firmaba bajo el seudónimo de Ana María Fuertes. “Me permitió decir varias cosas ese otro nombre”, afirma la escritora en la entrevista otorgada a la Biblioteca Nacional.
Transcurrieron cuatro años para que Jitrik recibiera, de nueva cuenta, una invitación para dar clases en El Colegio de México.4 Una vez que Noé estuvo en México la familia planeaba reunirse con él en las vacaciones del verano del hemisferio norte. De nuevo, el espacio universitario fue el puente de traslado hacia puerto seguro.
Era el año de 1974 cuando la Triple A, que ya funcionaba bajo las órdenes de José López Rega, anexó el nombre de la escritora a una de las llamadas listas negras. Después de un allanamiento por parte de la policía a la casa familiar, Tununa y sus dos hijos salieron rumbo a México para alcanzar a Noé. Con temor de lo que ocurría en el sur, y sin la certeza de que migraban para no volver en mucho tiempo, pisaron suelo mexicano.
El exilio en México
“México me entró por los oídos, los ojos, por el olfato, fue como un enamoramiento, como una excitación, como un Eros que se despertó viniendo de un territorio de muerte” (Mercado, en Canal 22, 25 de agosto de 2009).
A diferencia de aquel primer exilio, al que ni Tununa ni Noé han llegado a delimitar específicamente como tal, su arribo a México y la experiencia que rodeó esa llegada, situó a la escritora bajo un panorama completamente inesperado. La temporalidad, los planes y las prioridades trastocaron lo cotidiano y le exigieron insertarse en un espacio que la sacudió y la convirtió en un personaje más del realismo mágico de los textos de Juan Rulfo que la habían acompañado en su estadía en Francia. Las milpas dejaron de ser un recurso retórico de la literatura mexicana; su cuerpo y su percepción se transformaron en un elemento más de construcción de aquel espacio de cultivo. Tununa empezó a brotar como calabaza entre las mazorcas de maíz.
Al tiempo que la escritora y su familia se establecían en un territorio que, de inicio, parecía provisorio, se fueron sumando significativos grupos de exiliados que llegaban al espacio mexicano. Figuras con cierto nombre en instituciones políticas y educativas en Argentina aterrizaron en un país que, a pesar de sus propias singularidades y contrariedades políticas, les facilitó, a muchos de ellos, la posibilidad de desempeñarse en espacios académicos y de producción periodística e intelectual.5 La democracia mexicana de esos años “extendía su mano amable con los recién llegados y cerraba el puño ante los emergentes sociales que escapaban de su control” (Candia, 2017, p. 195).
Es importante señalar que, aunque el golpe de Estado se llevó a cabo en 1976, se considera el inicio del exilio en 1974 por aquellos contingentes que, intimidados y/o perseguidos por la Trilple A, salieron antes del golpe.
En una primera secuencia, y en viajes separados, llegaron a México entre octubre y diciembre de 1974: Rodolfo Puiggrós, Carlos Suárez, Ana Lía Payró, Ricardo Obregón Cano, Adriana Puiggrós, Esteban Righi, Ignacio González Jansen, Rafael Pérez y Raúl Laguzzi. Este núcleo fue recibido, con especiales atenciones, por el gobierno mexicano que encabezaba el presidente Luis Echeverría Álvarez. Fueron alojados en el hoy desaparecido Hotel del Prado, en el centro del Distrito Federal (Bernetti y Giardinelli, 2014, p. 25).6
Para Tununa y Noé que formaron parte de ese primer grupo de llegada, el arribo a México presentó, desde el inicio, evidentes diferencias con su tiempo en Francia. “El exilio en México fue distinto a nuestra estadía en Francia. En México fue un exilio compartido con muchos argentinos que estaban en la misma situación. Éramos una comunidad” (Biblioteca Nacional Mariano Moreno, 29 de diciembre de 2022).
La provisoriedad que delimitaba la experiencia del destierro en sus inicios se transformó conforme los días pasaban y la situación en Argentina, más allá de tranquilizarse, se recrudecía y escalaban las persecuciones, detenciones, desapariciones y asesinatos.
Para Tununa, el punto de quiebre de esa posibilidad del regreso llegó cuando a través de la recomendación de una amiga, la instó a inscribir a sus hijos en el colegio. “Un día tocan timbre y aparece en la puerta Mara La Madrid.7 Me dijo que había que anotar a los chicos en la escuela. Yo me quedé paralizada” (Mercado, en Canal 22, 25 de agosto de 2009).
Al igual que le sucedió a ella, para muchos, el señuelo para comprender que el tiempo se extendía en un futuro incierto fue la necesidad de anotar a los chicos en instituciones educativas. Lo temporal se asentaba y, sin dejar de mirar hacia el sur desde un posicionamiento político y de denuncia, los contingentes de exiliados que seguían llegando a México tuvieron que reconciliarse con la idea de que la cotidianidad ya no estaba en Argentina, sino en ese territorio que los convocaba y asombraba continuamente.
La solidaridad de la sociedad mexicana con el exilio argentino permitió que, para quienes mostraban interés en empaparse en su cultura, se crearan vínculos que trascendieron las esferas de lo profesional. Los espacios académicos, sobre todo las universidades, se convirtieron en puntos estratégicos para debatir la realidad latinoamericana y fortalecer vínculos con organizaciones y actores políticos de la comunidad mexicana. Como afirma Romo (18 de abril de 2024) “la vocación latinoamericana la descubrieron los exiliados en México y también los mismos mexicanos que estuvieron cerca de ellos. No es casualidad que la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, fundada en 1975, floreciera en esos años”.
Pablo Yankelevich (2010) explica que el crecimiento económico del México de esos años estuvo alimentado por las altas ventas de petróleo. Dicho incremento monetario favoreció la expansión del sistema universitario, que incluyó la creación de nuevos institutos y sedes universitarias que, por lo general, adoptaron una fuerte impronta latinoamericanista como fue el caso de “la UAM, la FLACSO, el CIESAS, el CIDE, en donde esta comunidad participó como fundadora de esos proyectos” (Romo, 2024).
En otros espacios que no resultaron menos relevantes para la red educativa que sostuvo a los chicos migrantes que se incorporaron al sistema educativo mexicano, estuvieron las escuelas de nivel de educación básica superior que con claras políticas de integración y de apoyo a los exilios sudamericanos, se sumaron a este círculo fraterno de acogida.
Varios colegios funcionaron como punto de reunión para los hijos del exilio. Algunos de ellos -todos, herencia del exilio español republicano-, fueron el Colegio Luis Vives, la Escuela Herminio Almendros, y el Colegio Madrid, donde Tununa experimentó una mirada profunda a los hilos de solidaridad que el fenómeno del destierro tejió en tierras aztecas.
En entrevista, Mercado contó que al momento que los Jitrik Mercado visitaron el colegio, en compañía de otra pareja de argentinos, no había más vacantes para nuevos estudiantes.
La directora de escuela primaria nos dijo que tenían el cupo lleno, pero que se comunicaría con el director general de la escuela, un Maestro Castillo. Lo llamó y le dijo: “Estoy aquí con dos matrimonios argentinos; necesitan inscribir a sus hijos. Yo creo que nosotros no podemos dejar nunca afuera a exiliados políticos.” Fue tan conmovedor escuchar esas palabras en alguien que había vivido lo mismo; que había sido exiliada española en México (Mercado, en Canal 22, 25 de agosto de 2009).
En aquella vorágine en transformación, Tununa surcó camino en tierra fértil. Conforme los números del exilio crecían, México se apoderaba de los sentidos de la escritora. Los mercados, la artesanía y la lengua se configuraron como imágenes, olores y sonidos que la convocaban para que formara parte de ese nuevo espacio.
Aprehender y aprender el exilio
“El exilio se me aparece como un enorme mural riveriano, con protagonistas y comparsas, líderes y bufones, vivos y muertos, enfermos y desposeídos, corroídos y corrompidos” (Mercado, 2008, p. 33).8
Si hay algo que caracterizó la experiencia exiliar de Tununa en México fue, sin duda, su capacidad de asombro y de adaptación al entorno. Conforme su sensibilidad la hacía impregnarse de una nueva cultura, el trabajo de denuncia en torno a los crímenes cometidos por la dictadura se hizo cada vez más fuerte. Con Noé Jitrik, Mempo Giardinelli y otros exiliados formaron la Comisión Argentina de Solidaridad (CAS), una de las agrupaciones que funcionó durante el exilio en México con sede en la Ciudad de México. El Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino (COSPA) fue otro de los grupos de apoyo y denuncia que surgieron durante el destierro.9 Dichas casas de solidaridad fueron una importante fuente de ayuda para los exiliados que llegaban al país de acogida. A través de estas organizaciones se trabajaba en la búsqueda de vivienda, empleo, servicios de salud, educación para sus hijos e incluso, redes de apoyo psicológico tan importante para sobrellevar lo que se había vivido antes de la salida de Argentina, y lo que se padecería a la distancia. “Al destierro partieron centenares de psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras […]. Desde el exilio, estos actores recibieron a hombres, mujeres y niños afectados por la violencia de Estado y pusieron en marcha herramientas terapéuticas para abordar las secuelas de dolor y pérdida que llevaban consigo” (Lastra, 2021, p. 10).
A la par de las acciones que se llevaban a cabo para repudiar lo que sucedía en Argentina, Tununa se abrió paso en el mundo laboral. Su trabajo previo en el diario La Opinión, le sirvió para diversificar sus horizontes profesionales. Alrededor del año 1980, se vinculó como parte del equipo de la Revista Fem, publicación fundada por intelectuales y universitarias que, entre muchas otras cosas, se propuso dar cuenta de la situación de las mujeres en México y el resto de América Latina.10 Fundada inicialmente por Alaíde Foppa y Margarita García Flores, la integración de Tununa a la publicación junto con la de la académica uruguaya Teresita de Barbieri sumó a la perspectiva latinoamericana sobre el exilio provocado por las dictaduras.
La particularidad de la Revista Fem, radicó en la composición de su equipo editorial. Integrada por mujeres que, además de su trabajo periodístico, ejercían una importante labor docente y de investigación en instituciones educativas como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y El Colegio de México (COLMEX), la publicación fue una puerta de entrada a temas que la realidad política y social del país invisibilizaban. “Sus creadoras buscaron abordar temas que no habían sido tratados en las revistas de la época dedicadas a las mujeres […]: el trabajo invisible, la violación, el hostigamiento sexual, la violencia intrafamiliar, la prostitución, así como las aportaciones de las mujeres de la ciencia, el arte y la cultura” (Vega, 2024).
Las integrantes de dicha publicación “compartían el anhelo por hacer llegar a otras mujeres las teorías, los conceptos y las definiciones que les permitían cambiar su lugar en el mundo a través de un activismo callejero que no estaba reñido con las libretas ni con los pizarrones de la academia” (Vega, 2024).
La desaparición de Alaíde Foppa11 en Guatemala en diciembre de 1980,
marcó un nuevo giro en Fem: incluir de manera permanente la denuncia de las violaciones a los derechos humanos y una reafirmación de su inicial vocación con los oprimidos y su vocación latinoamericana. De esa tragedia surgió posteriormente la frase “Alaíde Foppa, siempre entre nosotras” con la que empezaban, siempre, el directorio de Fem hasta la publicación de su último número (Vega, 2024).
La participación de Tununa como jefa de redacción de una publicación que le hablaba sobre todo a mujeres jóvenes de educación superior, y que tenía gran movilidad en el espacio universitario, fue sólo una de las tantas formas de las que la escritora se nutrió para construir a su alrededor, distintas manifestaciones de saberes que la hicieron acceder a esferas de conocimiento que no todos los exiliados supieron aprehender.
Ávida de hacer propio el espacio que habitaba, Mercado buscó formas de vincularse en las prácticas más locales de México. De esta forma, aprendió a tejer en un taller que el pintor y tapicero Pedro Preux impartía en un viejo convento en La Merced, uno de los barrios más antiguos de la Ciudad de México.12 El oficio de tejer representó para Tununa un encuentro íntimo con el detalle que conforma a la escritura. “El que teje sabe hasta qué punto tiene una relación con lo mínimo; con la puntada, con la bifurcación” (Biblioteca Nacional Mariano Moreno, 29 de diciembre de 2022).
La escritura como bordado, como eje creador, como herencia de saberes que construyen relatos, identidades y memorias de sujetos expulsados a un destierro que los obliga a reinventarse en una patria indefinida y atravesada por los hilos de la nostalgia.
Su destierro en letras
La producción literaria de Tununa Mercado transmite una sensación de intimidad y cuidado que acompaña cada uno de sus textos. Como un bordado, se observan las pausas y descansos necesarios de una obra que responde a su propio tiempo. En ese trabajo de minuciosa introspección, ha desarrollado uno de sus libros más potentes y en el que su experiencia en torno al exilio en México trasciende la coyuntura política e histórica setentista, y se instala como referente del fenómeno de migración forzada, sus dolencias, esperanzas y reproches.
En estado de memoria, publicado por primera vez en 1990 –tres años después de su vuelta a Argentina-13 es, para muchos críticos, la obra más importante de la escritora. Si bien, otros textos suyos como Canon de alcoba o Celebrar a la mujer como a una pascua la colocaron en el reflector de la literatura feminista y erótica, su trabajo sobre el exilio hace de ese acontecimiento un conjunto de saberes que se sitúa como faro que alumbra los aspectos más vulnerables del destierro.
México fue el aprendizaje vital de la diferencia: la cultura prehispánica, el arte moderno, las literaturas de ese país, pero fundamentalmente los modos de su gente, cómo usan su español, cómo caminan, cómo intercambian, cómo definen lo propio y cómo pueden sostener su pasado más remoto en todo lo que hacen en el presente hasta dar la sensación de que nada habrá de perderse (Mora y Mercado, 1992, p. 78).
La dinámica de la vida exiliar en México estuvo marcada por diversos aspectos que la distinguieron del resto de los destierros. A pesar de que hubo otros países de habla hispana a los que llegaron grandes contingentes de argentinos, el proceso de construcción identitaria por el que pasaron en México fue particular, por decir lo menos, y creó lazos sólidos con un lugar que, para la mayoría, era completamente nuevo. Todo ese recorrido de adaptación, asombro y lucha entre la nostalgia y el futuro, quedó fielmente plasmado en un texto que reúne dieciséis relatos que, por momentos, parecen un álbum de fotografías en el que la voz narrativa deja de ser personal y se transforma en colectivo.
En mi libro En estado de memoria, me atreví a hablar de todo esto, de cómo yo viví el exilio, de las nostalgias, la melancolía y el dolor que inevitablemente provocaba en un principio. Recuerdo que la primera vez que salí a la calle en México me daba la sensación de estar en Asia […] la gente, los colores, etc. (Entrevista a Tununa Mercado, 2010).
La identidad desprendida de ese tiempo suspendido, tuvo en el exilio argentino en México la particularidad de ser conceptualizada bajo una noción que pudiera explicar, de la forma más precisa posible, lo que el proceso de adaptación por parte de los argentinos, y de recepción, por parte del pueblo mexicano, significó en la elaboración de un sujeto que empezó a ser tanto de un lugar como de otro y, en ocasiones, de ninguno. Los argenmex se volvieron referentes de una comunidad que, además de compartir un vínculo evidente entre naciones, impregnaron a esa identidad de una carga política e ideológica que definió y modificó prácticas cotidianas de convivencia, y una nueva manera de comprender la mirada regional de América Latina.14
El bordado –para usar la analogía de la propia Tununa- que se extendió de sur a norte de Latinoamérica como consecuencia del exilio argentino, forjó un sentido de identidad que trascendió la reconstrucción propia de los desterrados, y que llenó a los espacios intelectuales, culturales y académicos mexicanos de una dinámica que se alejaba de los regionalismos para comprenderse bajo la idea de la Patria Grande, y que los invitaba a repensarse y redefinirse a sí mismos. “El argenmex se define por una memoria. Es decir, no es un desagradecido ni un olvidadizo, es alguien que recogió una experiencia, que la incorporó” (Jitrik, en Canal 22, 25 de agosto de 2009). Por su parte, respecto a la conceptualización de la identidad argenmex, Candia comparte que “si hay un aspecto que marca la cuestión ‘exiliar’ que se vivió en la segunda mitad de los setenta y por lo menos hasta 1983, es la adopción de puntos de vista y de lectura del acontecer político latinoamericano a partir de la impronta institucional y cultural mexicana” (Candia, 2017, p. 194).
En El Frío que no llega, uno de los relatos que componen el libro, Tununa retoma este momento de replanteamiento geopolítico regional a través del ya mencionado concepto de argenmex, para aludir a situaciones a las que la comunidad argentina se enfrentó tanto en suelo mexicano, como a su regreso a su país de origen. La autora lo expresa de la siguiente manera: “[…] también me produce compasión ver a nuestros compatriotas llamados argenmex pedir a cualquier viajero que les traiga chile chipotle, que váyase a saber por cuáles razones gustemáticas es el único que admitieron en sus carnes” (Mercado, 2008, p. 43).
A través de este texto la autora representa las dificultades de la adaptación al medio de muchos exiliados y los conflictos culturales y de sociabilidad que eso acarreaba. En dicho texto Tununa produce un juego con la atemporalidad que, a su vez, demostraba lo incierto del tiempo en el exilio.
El tiempo del exilio tiene el trayecto de un gran trazo, se extiende según un ritmo amplio y abierto, sus curvas son como las olas, oceánicas y lejanas de las playas, que no tienen rompientes y se parecen más a la idea de horizonte; el tiempo sucede más allá, en otro sitio, se lo oye transcurrir en los silencios de la noche, pero se lo aparta, no se lo quiere percibir porque se supone que el destierro va a terminar, que se trata de un paréntesis que no cuenta en ningún devenir (Mercado, 2008, p. 34)
En Embajada, otro de sus textos, se evocan las acciones de denuncia y protesta política que los exiliados realizaban frente a la embajada de Argentina en México. Ahí, delante del edificio que albergaba funcionarios impuestos por el régimen, los exiliados se manifestaban denunciando las torturas y las desapariciones de las que era responsable el régimen militar. Sobre esto, Mercado recuerda:
Estar tan lejos de nuestro país nos producía una especie de impotencia. Nadie iba a regresarle a las madres, que estaban ya en México, sus hijos desaparecidos y teníamos que hacer algo. A veces ir a presentarte frente a la embajada daba un cierto respiro; digamos que era algo catártico (Entrevista a Tununa Mercado, 2010).
Dichas manifestaciones tenían un impacto en la sociedad mexicana que los exiliados, en un principio, no lograban dimensionar. En este proceso continuo de adaptación y choque cultural en el que se encontraron receptores y acogidos, se activaban miradas de sorpresa cuando, en una de las zonas más lujosas de la Ciudad de México, un grupo de extranjeros que, por sus características físicas, podrían formar parte de la clase alta mexicana –bastante alejada de la protesta social- se posaban con pancartas y altoparlantes a cortar la calle y exigir la aparición con vida de sus familiares y el fin de la dictadura militar. Una imagen desconocida para ese sector social que también ignoraba, o prefería negar, lo que ocurría en su propio país en materia de violaciones a los derechos humanos. Mercado lo plasma de la siguiente manera:
El grupo era contemplado con extrañeza por los mexicanos que pasaban en sus autos, gente de clase acomodada que tenía el hábito de ver manifestaciones populares, pero que no entendía los clamores de esas personas en su mayoría blancas y rubias, casi sus semejantes, lanzando amenazas y vaticinando el final de los militares (Mercado, 2008, p.153)
Todas estas muestras de manifestación social obligaron, incluso al sector más indiferente de la sociedad mexicana, a mirar una realidad que formaba parte de la dinámica represiva que las dictaduras ejercían en la región latinoamericana y que México, en su velado ejercicio de la violencia, también practicaba bajo la vigilancia y aprobación de los agentes de la CIA vinculados al gobierno.
El duelo por las pérdidas, el acceso a la información, la nostalgia y la melancolía por el tiempo pasado –cuando ése fue en Argentina, y cuándo, posteriormente, lo fue en México– son algunos de los temas que rodean la narrativa de la escritora. El proceso de adaptación al país de acogida y de readaptación al lugar de origen navegan en una escritura que, desde lo más íntimo de la experiencia, se transforma en la voz de un colectivo que no se limita a la dinámica del destierro de los setentas, sino que convoca a todo aquel que se ha visto en la necesidad de abandonar la tierra que le vio nacer, para encontrarse transformado en un sujeto cuya identidad se desdobla y disipa en el espacio.
Esa identidad fracturada, dividida o multiplicada, según se le quiera ver, pasó por un complicado proceso durante los viajes de vuelta a la Argentina. Bernetti y Giardinelli lo explican de la siguiente manera:
Una de las mayores preocupaciones políticas fue, justamente y más allá de las definiciones ideológicas, hacer entender a los más cercanos en la propia Argentina que el exilio (el mexicano y los otros, con sus diferencias) no era lo que se suele llamar un “exilio dorado” sino, al contrario, un proceso de difícil acomodamiento en términos legales, económicos y culturales (Bernetti y Giardinelli, 2014, p. 146)
A ese retorno, o no-retorno, -también podría decirse- se enfrentó Tununa a la vuelta a Argentina. Ausencias, fantasmas y dolores colmaron las calles que empezó a recorrer de nuevo con una mirada que no era la misma. Los saberes construidos en México la hicieron otra persona. La experiencia académica, la denuncia política, el periodismo, la literatura, la cultura, la comida, los olores y colores de ese exilio quedaron como mapa de la reminiscencia en aquel En estado de memoria.
Conclusiones
La experiencia exiliar de Tununa Mercado trasciende el espacio de lo literario. Como pocos referentes del destierro argentino en México, la autora supo construir a su alrededor una serie de saberes que hicieron de ese exilio un universo de aportes diversos.
El recorrido elaborado en el presente texto permite articular las distintas líneas de construcción de saberes que Tununa tejió en su tiempo en México y que la acompañan hasta ahora.
Su acercamiento a la literatura de Juan Rulfo, a través de su labor docente en Francia, preparó un terreno que sembró curiosidad y cultivó conocimiento. Su veta de periodista le brindó la posibilidad de continuar con el vínculo universitario además de incursionar como parte del equipo editorial de la Revista Fem; lugar en el que trató con feministas y académicas como Alaíde Foppa y Marta Lamas, entre otras. En dicha publicación abrió, para muchas lectoras, el pensamiento crítico en torno a las violencias ejercidas contra las mujeres. El trabajo de denuncia política contra la dictadura militar hecha desde el extranjero y su participación activa en una de las casas de solidaridad del exilio, formaron parte indiscutible de los aportes que brindó a la dinámica con el espacio social mexicano.
Finalmente, su interés por conectar con prácticas tradicionales locales como el tejido, unieron todas las directrices para armar una estructura de saberes que se desprenden de la experiencia exiliar, y que hacen de ésta una construcción de pensamiento complejo, diverso y enriquecido por la suma de todos los espacios que lo componen; desde lo académico hasta lo cotidiano.
Aludir a la vida personal y profesional de Tununa Mercado es hablar del exilio argentino, de la tradición de país receptor de México, del sentido de elaboración de lo latinoamericano, y de la posibilidad de construir y compartir saberes dentro y fuera del aula.
La docencia en el sentido más tradicional, y el aprendizaje que se obtiene de la experiencia de la observación y de la participación en prácticas y transmisiones de conocimiento como el tejido, construyen la figura de una mujer que, con su historia, hace memoria.
Su vida y su literatura se entrecruzan de forma simultánea y natural en la representación más pura de construir saberes: la curiosidad. El aula, las letras, el caminar entre lo desconocido con los sentidos abiertos y la transmisión de lo vivido, hacen de Tununa una mujer que aprende y enseña en paralelo. Hoy, leer los textos de Tununa es estudiar Latinoamérica, es aprehender sobre la experiencia humana; es dar cuenta de que la historia está más presente que nunca y que, como el conocimiento, se construye a cada instante.
Tununa con una blusa con bordados mexicanos. Fotografía recuperada de: https://www.pagina12.com.ar/353035-entrevista-a-tununa-mercado
Entrevistas
Biblioteca Nacional Mariano Moreno. (Producción). (29 de diciembre de 2022). Apalabradas: Tununa Mercado. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=8_SpJwYG0Wo&ab_channel=BibliotecaNacionalMarianoMoreno
Canal 22. (Producción). (25 de agosto de 2009). Argenmex. Tununa Mercado y Noé Jitrik. Temporada 2009. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=fhWYercSfGs&ab_channel=Canal22
Entrevista a Tununa Mercado, a cargo de Andrea Candia Gajá. Ciudad de Buenos Aires, Argentina, diciembre de 2010.
Referencias bibliográficas
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Notas
Recepción: 18 Marzo 2024
Aprobación: 12 Mayo 2024
Publicación: 01 Junio 2024